Ibon Telletxea García y Laura Díez Rodríguez

¡Que viene el… mastín!

El pasado día 13 de noviembre unos perros mastines acabaron con la vida de nuestro perro en la Sierra de Gibijo, dentro del municipio de Kuartango. Después de una angustiosa búsqueda que duró hasta el anochecer, nos avisaron de que un vecino había encontrado el perro por la tarde, recién muerto, con el collar arrancado, mordeduras en el cuello, en la paletilla. Una estampa que asustaba.

 Cualquiera que conviva en casa con un perro podrá comprender nuestra desesperación al preguntarnos, una y otra vez, qué podíamos haber hecho para evitarlo, cómo nuestro perro se dejó coger, al imaginar lo terrible de su muerte… Preguntas y preguntas que, definitivamente, sólo tenían una respuesta y apuntaban a unos únicos culpables: los mastines que “custodiaban” a un rebaño de ovejas en las inmediaciones.

 Esta vez ha sido un perro, y nos ha tocado a nosotros, pero, por desgracia, es un ejemplo más de problema muy grave y muy presente desde hace unos años en nuestros montes alaveses, principalmente en las inmediaciones de Badaia, Gibijo, Arkamo, Salvada, Gorbea.

 Fue la propia administración foral alavesa la que fomentó la introducción del mastín en Álava, para el cuidado de los rebaños de ovejas frente al lobo. Durante años estableció líneas de subvención para la adquisición y mantenimiento de estos animales por parte de los ganaderos, ayudas que no existen en la actualidad. Ahora lo que existe es el problema: perros que permanecen solos en el monte y que, en la mayoría de los casos, no han sido correctamente seleccionados ni educados para su trabajo, que, en algunos casos, ni siquiera están identificados ni, lógicamente, asegurados, y que, en todos los casos, poseen unas condiciones físicas que les convierten en animales muy peligrosos cuando interpretan, erróneamente, que un humano, un vehículo o un perro inofensivo constituyen un peligro para el rebaño. Esto les lleva frecuentemente a abandonar a las ovejas para desplazarse cientos de metros, o incluso kilómetros, Algo incomprensible en un perro que debería permanecer en todo momento junto al rebaño al que teóricamente debe proteger.

 Ya son varios los ataques de mastines a personas y animales en Araba, e innumerables los sustos sufridos por montañeros, seteros, cazadores, ciclistas, etc. en nuestros montes públicos. Sí, públicos y abiertos. Montes en los que todos tenemos el mismo derecho de acceso y disfrute. ¿Por qué tenemos que seguir exponiéndonos a este peligro? ¿Por qué nos tienen que avisar unos carteles de la presencia de los mastines y de cómo tenemos que reaccionar ante su presencia?

 Y la pregunta del millón; ¿Qué más tiene que ocurrir para que solucionemos de una vez por todas este problema?

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