Juan Carlos Pérez Álvarez

Recuerdos Góticos de Neguri

«Muchas líneas confluyen en una misma dirección para poner el acento en el municipio bizkaino de Getxo. Las vidas de Ana Rosa, su hermano Fernando y su amiga Sarobe serán puestas a prueba por sus perjuicios y, sobre todo, sus valores. Desde las Galerías de Punta Begoña, los protagonistas recorrerán los rincones de Bilbao en busca de su felicidad. A ellos se unirán los padres de Ana Rosa, Jesús y Beatriz. Ambos serán los testigos y jueces de los secretos de sus hijos e, incluso, de los suyos propios...».

"Recuerdos Góticos de Neguri" surgió como mi propia biografía a caballo entre Bilbao y Getxo. Nací en la Clínica Virgen Blanca, al lado de la amatxu de Begoña, pero para la segunda semana trasladé para siempre mi residencia a Getxo. Y en esta novela está Aiboa y Fadura, las galerías de Punta Begoña... esta novela fue presentada a los premios Ramiro Pinilla de Novela Corta. Fue escrita en enero de 2020, y no pudo ganar, pero fue recogida por Europa Ediciones, a quien agradezco que hayan apostado por mi relato. Sorprende que, tras el propio Ramiro Pinilla, esta sea la única novela que tenga uno de sus pilares en esas galerías de al lado de la playa de Ereaga. Mi idea era vincular edificios y personas, pues a fin y al cabo, ambos conviven, en espacio y tiempo. Uno es indisociable del otro, y más en una zona de asentamiento, ya fuera a caballo entre los siglos XIX y XX como en el período del neolítico calcolítico, que se descubrió en el propio espacio superior a las galerías.

Como humanos somos como cebollas. Con capas. Las propias galerías son un edificio que ha sido objeto de muchas polémicas, de lo que son o dejan de ser. Sobre todo dejar de ser lo que nunca fueron, pero los sucedidos y chismes proliferaron por el pueblo. Hay que retirar las capas de piel muerta de la cebolla, para una vez llegados al núcleo, quede sólo lo que sí son. Y poder construir desde ahí. Las personas son así, lo somos. Muchas cosas dicen qué somos, pero ni quieren ni saben, sólo es una forma de proyectar sobre nosotros frustraciones o incapacidades. Es difícil ponerse en esa tarea, de pelar la cebolla capa a capa hasta poder mirarse en el espejo en última instancia y saberse como uno verdaderamente es. Y a partir de ahí, poder vivir. Ana Rosa, Fernando, Sarobe, personajes importantes de mi novela, bien lo saben. Como el resto de personajes que orbitan a su alrededor. Esta es la propuesta, en esencia.

Mezclar espacio y tiempo, sobre el marco de las personas y el lugar donde viven. Como la familia protagonista, que lo hace en Máximo Aguirre 18, cerca de la plaza de Santa Ana, en Las Arenas. Casi todas las casas de la zona huelen a años 70, en su arquitectura, en la nostalgia de mi juventud en los años 80, como getxotarra, pero sobresale en esa calle una serie de casas, como esta, que son de principios de los años 20. Otro tiempo, otro arquitecto, desconocido en esa faceta, eclipsado por su famoso hermano, nacido y criado en la república de Abando, antes de ser Bilbao. Puede que esa diferencia con los demás en la casa de los protagonistas permee en la relación de los conviventes en sus paredes con el resto de congéneres. Depende del lector detectarlo o no. En cualquier caso, la propuesta, de unas 123 páginas en total, una novela corta, que no sencilla, es la oferta a cualquier persona, no sólo de Getxo o de Bilbao (donde Artxanda tiene cierto peso para la novela), sino de Bizkaia, Euzkadi, Europa y el mundo mundial, de la que es capital el botxito. Espero y deseo que os guste, sea de agrado. Recibiré vuestros comentarios y críticas con gratitud. Eskerrik asko.

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