Bego Oleaga Erdoiza, Gasteiz

Reflexión desde los privilegios

Durante el verano y de forma sospechosamente reiterativa se comenzó con una especie de minicampaña que en la actualidad está tomando fuerza en cuanto a discurso y presencia social. Me refiero a la inoculación de la tercera dosis de vacuna contra la covid-19 en determinados grupos de población de los países enriquecidos. «Dosis adicional», le llaman.

Paralelamente varias asociaciones de reconocido prestigio internacional como Médicos Sin Fronteras, Oxfam Intermón, Médicos del Mundo... mostraban su indignación ante lo que consideraban una inequidad global y alertaban sobre la fiebre por la tercera dosis que va tomando fuerza en los países enriquecidos mientras (…) «millones de personas vulnerables y trabajadores sanitarios en países de ingresos bajos y medios aún esperan las primeras dosis de la vacuna de la covid-19».

«Aprobamos el examen de la ciencia pero estamos suspendiendo en ética» manifestó António Guterres secretario General de la ONU en su discurso de apertura de la Asamblea General de este organismo el pasado martes.

Pertenezco al privilegiado grupo que ha recibido la pauta completa de vacunación. Ante este escandaloso e insultante desequilibrio mundial, me siento cabreada y avergonzada de pertenecer a la especie humana. Y mi propuesta es llamar a la insumisión de la tercera vacuna a quienes ya han recibido las dos dosis, hasta que la vacunación llegue a la población de los países empobrecidos. Por justicia, por solidaridad, por dignidad e incluso por egoísmo. Si nos implicamos un poco, a lo mejor conseguimos parar este nuevo disparate.
¡Insumisión a la tercera vacuna!

Buscar