Koldo Lakasta

Respuesta a Jose Mari Esparza

Suelo decir y además es verdad, que el amigo que mas dificil me lo pone en ocasiones, cuando tengo que defenderlo, es José Mari Esparza Zabalegui. Y añado siempre, aunque para mi es como un hermano de vida, que lo es en el sentido mas amplio, defenderlo me cuesta sudores, contradicciones y hasta mosqueos cuando a mi entender mete la pata. Pero dicho esto y ya al margen de cariños y amistades, lo que tengo claro es que si no existiera habría que fabricar uno, porque reálmente este tío es necesario. Y mira por donde que en su último escrito, refiriéndose a ese manifiesto «de los cincuenta», donde dicho sea de paso fue Joseba Eceolaza quien buscó las firmas una a una, me saca a relucir y tengo que reconocer (sin que sirva de precedente) que tiene toda la puta razón. O dicho de otro modo, en lo que a mi se refiere acierta de pleno. Y seguido voy a poner algunos ejemplos que ilustran esa razón, aunque antes le quiero mandar un recado al tal Joseba Eceolaza. Eso si, escueto y sencillo para que no quede lugar a la duda: eres un auténtico jeta, pero además de jeta un vividor a costa de la memoria, no de los tuyos sino de los míos. Y para que te enteres de una puta vez, mis tíos, mi abuelo y mi pobre abuela que se murió de pena, a los que nunca llegué a conocer, son míos y ademas la bandera que voy a llevar con orgullo hasta el día que me muera. Y ni a tí ni a ninguno de los cincuenta firmantes de esa mentira, que quede claro, daré jamás una explicación de porqué actué de una manera u otra. Y decir que los repúblicanos asesinados no tienen que ver con la vida que a mi me tocó, además de una gran mentira, es una falta de respeto y un ocultar que para unos la defensa de los asesinados son posibles votos, cuando no una manera de vivir sin pegar palo al agua, mientras que para mí solo eran sueños de libertad por los que merecía la pena hasta joderse la propia vida. Y voy con los ejemplos. En Beire, pueblo donde nací, solo dos personas hemos militado en ETA, curiosamente ambos de apellido Lakasta como nuestros familiares asesinados. Tres kilómetros mas abajo, en Pitillas, son los Angulo con el mismo pasado. En Tafalla, entre otros, Gracia de apellido, tres cuartos de los mismo. En Lodosa Martínez Vergara, el abuelo asesinado. De refugiado, siempre hablo de mi generación, más del 80% se encuentra en la misma situación. En la cárcel sobrepasan incluso esta cifra. Y termino. No soy historiador como mi hermano de vida José Mari, solo cuento lo que he vivido y tengo muy claro o así me lo parece, que en nuestra tierra hay muchos relatos pero falta uno que realmente haga justicia con la verdad. Que diga, que explique, que uno no nace malo y se dedica a joder la vida a los demás. Que nació el 31 de octubre del año 1952 en una casa destruída, en medio de una dictadura, sin apenas recursos económicos, que supo de sus familiares asesinados en conversaciones de su padre en la vieja bodega y agarrado al blanco y negro de aquellas fotografías, donde el «quinteto de los Lakastas» lucía hermoso, se prometió así mismo que aquella música no eran solo cunetas donde poner flores, ni cuerpos donde su traída a casa restañara las heridas. Aquelas mujeres y todos aquellos hombres tenían un sueño tan hermoso que les costo la vida, se llamaba libertad y yo me lo creí.

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