Iñaki Uriarte, paciente vasco

Sagardui, un peligro social mortal

La presencia de la Consejera de Salud del Gobierno Vasco, por ser del PNV, en su cargo es ya un atentado a la ética, la honradez y la profesionalidad que se debe además de suponer, demostrar en la práctica cotidiana. Hasta que ha llegado su hora final; no puede permanecer en el cargo una persona incompetente e ineficaz. Su gestión ha sido una trayectoria mas que reprobable, temeraria en un asunto de vital importancia. Ya prevaricó en el escándalo de las vacunas Covid en Bilbao, con dos poliplurifaceticos individuos, de semejante perfíl del cártel del Partido, Eduardo Maíz y José Luis Sabas.

Después de crear un absurdo conflicto en 2021 con su pretensión de fusionar las unidades de cardiología de Cruces enBarakaldo y Basurto en Bilbao, posteriormente su torpeza se traslada a Donostia con el Onkologikoa y ahora a OSI Donostialdea (Organización de Servicios Integrados) de salud.

Es decir se trata de una persona generadora de conflictos y por tanto indigna de ocupar el cargo que ostenta, a pesar de la opinión pública y política salvo de los compadres de su partido y los serviles de PSOE.

No podemos olvidar su corresponsabilidad, junto con las Diputaciones territoriales y los responsables de las residencias por ineficacia en tantas muertes que causó, especialmente en su inicio el maldito Covid. Si no es cesada fulminantemente, dimita, por decencia democrática si es que entiende qué significa. La sanidad publica vasca es, a pesar de aspectos mejorables si no es que premeditadamente deteriorados, un patrimonio de gran calidad, que el PNV mediante esta consejera pretenden sin disimulo privatizarlo.

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