Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

Signos autoritarios en el estado de alarma

En un artículo de opinión reciente se ponía de manifiesto que existe una sibilina intención a dar protagonismo a las FFAA y cuerpos policiales en detrimento de los
organismos civiles que son los que tienen la responsabilidad de dirigir la gestión de la sociedad. Señala cómo en Tudela le parece natural a la población que el ejército patrulle las calles. Que en Donostia se detenga al menos a 30 personas por desobedecer órdenes de enclaustramiento o que la Ertzaintza avasalle a un ciclista por ir en bicicleta a trabajar.

El SUP publica en tweet un relato en el que un policía se encara con la parlamentaria Bakartxo Ruiz encarándosele: «Si no vas a aportar, aparta», tratando hacer un pareado. Es sintomático que se vean imágenes de la tropa patrullando en Bilbao, Donostia o Barcelona. Llama la atención el protagonismo diario del Jemad que aparece en rueda de prensa uniformado para dar cuenta de la UME limpiando y regando las calles, pertrechados con  armamento. Aporta un estilo cuartelero en actitud pretendidamente campechana, con el latiguillo: «Sin novedad en el frente». Esa lluvia fina imperceptible que va calando en los acontecimientos constituye un síntoma de que se están proyectando otros objetivo intentando controlar el deterioro de la monarquía, poner orden en la deriva independentista catalán, avisar a la vasca y potenciar el nacionalismo español que está siendo menoscabado por jueces y tribunales críticos de la UE.

Ya hace muchos años que el general Manuel Diez Alegría, prestigioso militar pacifista, afirmaba en una conferencia: «en caso de alerta lo fácil es sacar el ejército a la calle. El problema es volver a meterlo en  los cuarteles». La tradición española en este sentido es históricamente muy acreditada como para tomárselo a beneficio de inventario como  jalean prestigiosos y bien retribuidos periodistas en las tertulias en tiempos revueltos como los actuales.

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