Pablo Iglesias Posse, un obrero de una muy humilde ascendencia, fundaba en el año 1879, junto con otros compañeros, el Partido Socialista Obrero Español (quédense con «socialista y obrero») A lo largo de su historia, el PSOE, socialista y obrero, ha «luchado» por los intereses y los derechos de los trabajadores de este país, primero desde la clandestinidad, sufriendo represión y cárcel y posteriormente, formando parte de diversos gobiernos, con el advenimiento de la II república, contribuyendo de una manera significativa a los avances que con ella vinieron, «pioneros» para la época. Esta «pequeña» historia seguro que se la conocen al dedillo, militantes o simpatizantes del PSOE, socialista y obrero. Especialmente, creo, aquellos o aquellas que sean de base, currelas de barrio, de aquellas agrupaciones donde el socialismo es todavía de Pablo Iglesias Posse. Ignoro lo que puedan pensar estos militantes (aunque me hago una idea) viendo o escuchando el «desfile» de las presuntas corruptelas, «mordidas» y otros presuntos escándalos, que afectan de lleno (¿?) a dirigentes, altos dirigentes de su partido que, se lo llevaron «crudo» durante años, forrándose presuntamente, todo lo que pudieron y más, socialistas y obreros decían ser, o eso podría en su carnet de militante. Vergüenza y bochorno, eso es lo que yo siento ahora mismo. Hace unos años, tuve el privilegio de formar parte como candidata de una lista electoral del PSE de mi pueblo, Zalla, en unas elecciones municipales, porque en aquel momento creía en unos valores, sobre todo, para mejorar o, al menos, intentarlo, la vida o el bienestar de mis convecinos y mis convecinas, lo que creo firmemente que hacen a su vez los concejales y concejalas, de esos pequeños pueblos o ciudades. A pesar de todo, sigo creyendo que, todavía, hay futuro y esperanza para los socialistas y obreros. Se impone una más que profunda regeneración, o tal vez una refundación. ¡Que nadie dé «lecciones» a los socialistas y obreros de verdad!


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