Stock 0
Buscar nuevos caminos implica conocer los que se están utilizando para poderlos analizar a fondo. Sin este esfuerzo previo es imposible poder construir alternativas para que puedan superarse todos los inconvenientes que genera el presente. Siempre se dice que criticar es muy fácil, pero dar soluciones es otra dimensión que muy pocos se atreven, porque habitualmente están en nómina de algo que puede ser física o mental. La estructura económica que se ha organizado pensando que el mercado estatal era poca cosa y había que aumentar las ganancias sin pensar en los costos tremendos que podía causar semejante idea. Las Compañías de las Indias, siglo XVII, fue el embrión de todo este entramado industrial y de movimiento de dinero, en el que se vive en la actualidad. No se puede negar que no haya un recorrido suficiente para valorar el desastre en el que estamos. Los pequeños detalles siempre reflejan la realidad en mayúscula. Los que han trabajado en la industria conocen que el modelo que se impuso en pocos años de stock de mínimos, y fabricar en función de la demanda, en según qué industrias era un auténtico disparate. Se está viviendo en la angustia del poco remanente de ciertos productos sanitarios, y de protección que son esenciales para los profesionales y para los que realmente lo necesitan. Resulta que tener la exclusiva de fabricación por motivos económicos en un solo estado, importa muy poco quien sea o deje de ser, el concepto de rentabilidad es auténticamente suicida, ya que la mirada única de beneficio elimina las otras variables que en cualquier momento pueden aparecer como está sucediendo en la actualidad. Todas las prospectivas de los índices económicos, que se explicitan con una seguridad ridícula, en el que se discute una décima arriba o abajo, ahora por un simple virus queda pulverizado, y la verborrea de los políticos, los del gobierno y de la oposición, hacen un ridículo mayúsculo. Los que hace años defienden la soberanía alimentaria, que se recoge como algo políticamente correcto que no conduce a ninguna realidad, ya que el mercado está en manos de las distribuidoras, que lo único que les interesa son las máximas ganancias para sus accionistas. Esta economía que fracciona la producción buscando nichos en donde la mano de obra pueda ser explotada de la forma más misérrima, como un puzle en que cada pieza recorre distancias planetarias, para formar el producto correspondiente, sea una coliflor, o una bombilla, olvida que los imponderables siempre han existido y llegan cuanto menos se esperan. Una estructura económica cuyo único objetivo es conseguir que el producto sea lo más barato posible, es de una pobreza conceptual mayúscula, y un peligro para la supervivencia de la humanidad.