Javier Orcajada del Castillo

Tertulias gallinero

Es una modalidad moderna de manipular la opinión pública que se ha convertido en aparato maquiavélico, a pesar de que la cultura política se ha depurado desde que el PSOE y Sánchez  eliminaron el status informativo heredado del franquismo y de la Transición. Puede ser que se haya ampliado la libertad de expresión, pero sin duda ha provocado enfrentamiento en la  ciudadanía, aunque potenciando la información de masas basada en bulos y fake news como sistema  de gobierno. 

Existen diversas modalidades de tertulia: aquí nos referimos a la del «gallinero». Su nombre lo expresa fácilmente: se forma con un director provocador de ruido y basura para excitar pasiones y deficiencias humanas de personajes y personajillos cuyas vidas, amoríos, embarazos separaciones y miserias del famoseo investigan los tertulianos, o confidencias que les filtra  la Policía Patriótica sobre corrupción de políticos de partidos enfrentados a la línea  ideológica del grupo financiero al que pertenece la emisora. 

El director suele ser un agitador de la farándula con buenos contactos en los bajos fondos y  cloacas del Estado profundo. Tiene como objetivo hacer ruido y provocar enfrentamiento entre los tertulianos que a su vez, tienen línea directa con la policía y la justicia, pues practican el do ut des. Discuten a gritos todos a la vez y así el oyente-plebe no entiende nada, pero ese es objetivo, pues se trata de excitar sus pasiones más primarias y se olviden de que Trump y Netanyahu han arrasado Gaza y se proponen invadir Venezuela. Que se olviden de la corrupción y de que el motivo de la crisis financiera lo provocan los bancos y los partidos con la judicatura mirando a otra parte. 

Realmente la gestión de un «gallinero» televisivo requiere muchos y diversos conocimientos, se trata de que una sociedad desarrollada, por tanto, cultivada y pacífica esté convenientemente anestesiada con procedimientos que hagan sentirse a la ciudadanía satisfecha y que interviene en la selección de quienes les mandan y a los que puede revocar su mandato, que es ficción.

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