Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

Trump, ingenuidad criminal

Trump en su ingenuidad creyó que podría parar a Irán asesinando a su vicepresidente, Soleimani. Ahora está empeñado en provocar a Venezuela, pero ya hay avisos de que la zona se puede convertir en un nuevo Vietnam, sólo que en su backyard y contagiar a Colombia avivando los rescoldos de las FARC. También Rusia ya se ha decantado en el contencioso a favor de Maduro, con las lógicas consecuencias que ello presupone si se tiene en cuenta que Cuba se convertiría en el portaaviones del Caribe como lo es Israel en la zona del petróleo. China, fiel a su política de eficacia y seriedad, no habla, pero actúa con contundencia. Por eso Trump incita a países cuya política exterior les es marcada por los EEUU y le hacen la pelota para que incordien a Maduro, como es el caso de España a la que amenaza con aranceles a sus exportaciones o estimular a Marruecos para que reivindique Ceuta y Melilla o le amenace con apoyar las tesis independentistas de los saharauis. No hay manera de hacer entender a los necios que la fuerza es un recurso fácil para lograr sus objetivos de dominio, pues a pesar de que los éxitos iniciales puedan sean fulgurantes como sucedió en la Segunda Guerra Mundial en la fue proclamado el salvador milagroso de Europa y el Pacífico, pues poseía la fuerza y los medios, su aparentemente generosa cruzada fue el negocio que le convirtió en el gendarme planetario. Sn embargo, se va degradando. Trump no entiende que el coste la violencia ejercida en su máxima intensidad y durante mucho tiempo, produce mayor desgaste que los beneficios que generan sus hazañas a sus fuerzas, pues no es posible prevenir todo contratiempo inesperado, pero posible que pueda generar consecuencias imposibles de solucionar. Así sucedió que perdió la guerra de Corea, tuvo que huir de Vietnam, ahora se dispone a ser expulsado de Afganistán y tiene el divieso de Cuba en las posaderas.

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