Ana Larrañaga

Un tanque en Siria

Me llamareis aguafiestas, pero no puedo soportar la/mi contradicción, y los medios de comunicación son la cara visible, nos muestran incesantemente: por un lado fotografías de un Aleppo en ruinas, como modelo de otras tantas localidades en la misma situación, fotos de niños, buscando a alguien a quien llorar, enfermedades raras que florecen en Navidad, para justificar maratones de solidaridad televisada, fotos de refugiados  en el barro y envueltos en mantas vagando por cualquier sitio sin ninguno al que acudir con dignidad, de los que no dejo de acordarme egoístamente, todo hay que decirlo, ya que cada uno de nosotros podría ser uno de ellos. Y, por otro: cruceros inolvidables, colonias que te harán sentir como el chico/chica del anuncio, gastronomía que unirá a toda la familia en feliz armonía y juguetes con los que  tus hijos, a los que tan poco tiempo dedicas, no podrán dejar de ser felices ni un momento.

Y por las calles de este occidente opulento, montones de personas, -lo digo con pena, mayoría mujeres- agobiadas, no hablo de las que lo están por su situación precaria, sino por todas aquellas que quejándose invariablemente de lo que suponen estas fiestas: de trabajo en casa, compra, cocina, disponerlo todo para esas 20 personas que han invitado, y que resulta no hay espacio, ni sillas, ni nada... y, encima tienen  que comprar los regalos, menos mal que los hijos y nietos, -echando por tierra todo aquello que se le supone a un regalo que es ilusión, pensar en lo que le gustaría a la persona en cuestión, dedicar un tiempo etc, y que  no me acordaba que ya  no tiene ningún valor-, conscientes del enorme trabajo que supone, hacen la lista completa de sus requerimientos, en el mejor de los casos, teniendo en cuenta las disponibilidades económicas del regalador, así y todo ir a las tiendas repletas y pelearse por aquello que han pedido los angelitos, es una batalla digna de mención, cada madre/abuela rebufa al llegar a casa como si volviera de bajar de un tanque en Siria.

Me dirán y lo entendiendo, que son fechas en que comercios, hostelería, alimentación etc., facturan el 30% del año, ah, y sin olvidar el bálsamo que lo cura todo, también se produce un aumento del empleo basura durante unos días, que se supone es «mejor que nada» y ahí está mi contradicción.

Bien, pues a pesar de todo ello, no quiero que nadie me hable de lo que supone de gasto y esfuerzo ni aquello de... me gustaría dormirme y despertar el día siete de enero, no quiero que me deseen felicidades y «que pase una buena noche», ya que me esfuerzo cada día en ser feliz (con mayor o menor acierto) y me gusta pasar todas las noches bien, quiero cambiar felicidades a diestro y siniestro con solidaridades en la misma dirección y no repetir como un loro… ¡¡¡feliz navidad!!!

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