No conozco a Laura Mintegi, pero la veo a diario desde hace diez años. Su fotografía aparece, con el número 1, en un calendario editado por Txalaparta en el año 2002, junto a fotos de otros escritores como Noam Chomsky, Eneko Landaburu, Txillardegi, Iñaki Egaña, Eduardo Galeano, Paulo Coelho, Edorta Jiménez, Joseba Sarrionaindia, Pablo Antoñana y unos cuantos autores más cuyas obras publicó Txalaparta.

Conservo ese calendario clavado en la pared. Laura Mintegi está sonriente, con esa misma sonrisa que sigue conservando una década después. Yo nunca le había oído hablar hasta un reciente programa de ETB en el que contestó a botepronto a 30 preguntas del público. He de reconocer que me sorprendió su forma tan natural de responder, quizás porque no estoy acostumbrado a que otros candidatos lo hagan así. También reconozco que Laura Mintegi cuida y mima las formas. No insulta, no intenta mofarse de nadie y da argumentos sencillos y entendibles. Se le ve convencida y convincente en todo lo que dice.

Apenas tres semanas después de irrumpir en la escena política, Laura Mintegi ya ha seducido con su discurso y su sonrisa a buena parte del electorado. Además, encabeza la única candidatura que no desea gestionar tres provincias españolas, sino que aspira a reunificar su país y conseguir un estado propio. Sin embargo, yo no le voy a votar. No puedo votarle porque estoy empadronado en Iruñea. ¿Hay algún indeciso que lo pueda hacer por mi?