Avalada por su trayectoria la Azoka mira al futuro

El recinto ferial de Landako abrió ayer sus puertas con la certeza de que serán miles las personas que en los próximos días las atravesarán para asistir y participar en la 52 edición de la Azoka. A todas ellas les aguardan más de 400 novedades y 200 actividades de todo tipo, un amplio programa que confirma a Durango como principal referencia de la producción cultural vasca. Lejos quedan los inicios al abrigo de la Basílica de Santa María y apenas nos acordamos de la precariedad que en forma de palés y lonas precedieron durante casi una década al moderno edificio que cobija hoy a la feria.

En este medio siglo largo han sido más las fases de trabajo que de asueto, pero asentado entre los principales eventos del calendario Durangoko Azoka lleva tiempo recogiendo frutos, y sirve de ejemplo para otras iniciativas. Con un éxito sostenido y la experiencia acumulada, la autocomplacencia es una peligrosa tentación. La voluntad de buscar una mejora constante y adaptarse supone un reto del que la feria ha salido airosa. Y tiene mérito haberlo logrado en un contexto en el que otras fórmulas sí parecen agotarse y cuando la ciudadanía es cada vez más exigente y selectiva a la hora de responder a determinadas citas.

La cultura vasca afronta retos importantes, algunos que responden a tendencias globales y otros que tienen que ver con el momento histórico que vive el país. Durango se debe situar ahí y proyectarse a futuro. Al surgimiento de un espacio como Ahotsenea, que ha celebrado su décimo aniversario con visitas a varios municipios, le han sucedido otros, y en aspectos logísticos los avances anuales son evidentes. La decisión de cambiar el Premio Argizaiola por una beca destinada a nuevas y nuevos creadores muestra que la Azoka no busca laureles donde echarse sino que mira al futuro y que lo hace desde la responsabilidad de hacer su aportación al universo creativo de Euskal Herria, para ser no solo punto de encuentro y plaza expositora sino una entidad promotora.

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