El debate de Osakidetza no debe partir del clasismo

Cuidado con el clasismo que impregna las sociedades occidentales y en particular la vasca. En el imaginario social, una enfermera es menos que un médico. Si se mide por su clase social, teniendo en cuenta sus salarios, no hay duda. Además, históricamente los médicos pertenecían a estirpes y las enfermeras eran vocacionales. Si se mira al prestigio, tampoco hay equiparación posible. Ahí aparecerá el rasgo de género, donde hay más médicos hombres y la legión de enfermeras es formada sobre todo por mujeres. «Eso está cambiando» dirá alguien, y puede ser cierto, pero a un ritmo muy lento y desigual. La carrera de Medicina y la de Enfermería son conocimientos distintos de un mismo ámbito, oficios complementarios que se deben organizar para dar el mejor servicio de salud posible a la ciudadanía.

El problema de la política de Gotzone Sagardui al frente de Osakidetza es que sustituyendo enfermeras por médicos no pretende dar un mejor servicio. Es un esquema de recortes, porque no tiene médicos suficientes o porque prefiere ahorrar dinero en esas áreas y territorios. Niegan la mayor y chocan con la vivencia de los y las pacientes y sus familias: el servicio público de salud vasco está empeorando a pasos agigantados, y las explicaciones que dan sus responsables políticos no casan con esas experiencias. La atención primaria, por ejemplo, está desbordada. Ha habido falta de planificación. Y hay mucho clientelismo, porque es un departamento donde se ha movido mucho dinero. En Osakidetza se está dando una reconversión implícita, sin debate público, sin tener en consideración la opinión de los profesionales y la ciudadanía. Los equilibrios entre la sanidad pública y la privada se están descompensando a través de las concertaciones, del reparto de funciones –y negocios– y de las mutuas.

Por eso, el debate no es si se desea que le atienda a uno un enfermero o una médico, o viceversa. Es cómo se abre un debate serio para atajar los problemas, adelantarse a las tendencias y aprovechar el impresionante capital humano y las infraestructuras. Para eso hace falta honestidad, voluntad de cooperar y talento. Osakidetza y Osasunbidea van tarde.

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