El electoral es el calendario preeminente

Aunque un documento que se presenta en sociedad como «propuesta de cronograma orientativo de posibles negociaciones» debería poner en alerta a cualquiera, aunque solo sea por ese título tan farragoso como poco estimulante, el acuerdo alcanzado entre los gobiernos de Madrid y de Lakua aspira a ser un paso decisivo para el traspaso definitivo de las competencias estatutarias pendientes. Y como tal será celebrado, no solo por quienes verían culminadas sus aspiraciones con el cumplimiento del Estatuto, sino también por muchas personas que aspiran a cotas mayores de autogobierno, incluida la independencia, pero que no desdeñan cualquier avance que se dé en esa dirección.

Ocurre, sin embargo, que la experiencia obliga a tomar todo tipo de prevenciones ante lo que no es más que una expresión de voluntades cuya garantía de cumplimiento es inexistente. Hace un año también se acordó un calendario de transferencias, que la apatía institucional y la convocatoria de elecciones dejó en agua de borrajas. Solo se ejecutó uno de los traspasos acordados, un tramo de la AP-68, y ahora se anuncian para marzo la llegada de competencias que tenían fecha de marzo... del ejercicio pasado. En este momento no hay cronograma que resista un test de estrés en el Estado español, donde nada es seguro y todo es posible. Mención aparte merece el capítulo de la gestión económica de la Seguridad Social, cuya transferencia se había vendido como casi inminente y de la que solo conocemos la fecha prevista para que se inicien los estudios.

Tampoco ayuda a levantar el velo de la sospecha el momento elegido para presentar el acuerdo, con la precampaña electoral lanzada. Tanto el PNV como el PSOE han sincronizado el reloj de las instituciones que controlan con sus intereses para comparecer con una noticia de impacto. Con la imagen de ayer han querido redimir a un Ejecutivo tocado en su credibilidad y acorralado por la gestión del desastre de Zaldibar, pero la maniobra es tan burda que se le ven las costuras partidistas por los cuatro costados.

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