El hambre, arma de guerra a la vista del mundo

No se trata de falta de ayuda humanitaria para paliar las consecuencias del genocidio en Gaza, sino de una estrategia planificada por el Gobierno sionista a la vista de todo el mundo. El hambre es, precisamente, un arma central de esa estrategia. En las «pausas humanitarias» que anunció Benjamin Netanyahu el pasado domingo siguen muriendo por decenas quienes pretenden huir de la muerte por inanición. Es la única opción que ofrecen a la población palestina que sobrevive a los bombardeos y la desesperación. No se trata de exageración alguna, ni de propaganda. Lo viene constatando la ONU y lo ha certificado la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), sistema de seguimiento del hambre a nivel mundial, que acaba de avisar de que Gaza asiste en estos momentos al «peor escenario posible de hambruna».

La IPC ha declarado hambrunas en muy pocas ocasiones: en Somalia en 2011, en Sudán del Sur en 2017 y 2020, y en algunas zonas de Darfur, en Sudán, en 2024. El informe asegura que, además, la situación ha llegado a «un punto de inflexión alarmante y mortal». Según sus datos, se han alcanzado los umbrales de hambruna en cuanto al consumo de alimentos en la mayor parte de Gaza y en cuanto a la malnutrición aguda en la ciudad de Gaza. Algún día esa hambruna seguida día a día por el mundo será recordada con horror por generaciones venideras, como se recuerda la que tuvo lugar en Biafra hace casi 60 años. Será difícil explicar cómo se pudo permitir semejante aberración inhumana.

Mientras tanto, la comunidad internacional, cuando no colabora directamente con el genocidio, no se pone de acuerdo a la hora de emitir sus protestas, siempre mínimas. Así lo hicieron la semana pasada varios gobiernos de la UE, los cuales se muestran indignados por la muerte de niños y niñas a la vez que se aferran a la no menos indignante negativa a revisar sus acuerdos con Israel. El Gobierno israelí y las fuerzas sionistas hacen caso de omiso de esa tibia respuesta a la masacre, y no es de extrañar. Ciertamente, la indiferencia o la desesperante inacción se antojan cómplices de esa barbarie.

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