La euforia acrítica no es buena consejera

Tras los 90 minutos de final de la Europa League en San Mamés, todos los estamentos implicados en la organización del evento se entregaron ayer a una valoración eufórica y desmedida del acontecimiento. Desde el Ayuntamiento de Bilbo al Gobierno de Gasteiz, pasando por la televisión pública vasca, que ayer abrió su noticiario del mediodía proclamando: «¡Prueba superada!». Más que descriptivo, semejante esfuerzo por trasladar una visión unívocamente exitosa parece tener detrás un ánimo performativo: intentar grabar a fuego que todo fue como la seda. Y que esta es la primera de muchas fiestas público-privadas.

Es difícil imaginar una forma más eficaz de repetir en el futuro los errores, desmanes e incomodidades que esta final de fútbol ha causado. Porque negar esta vertiente, como hicieron ayer todas las instituciones resulta temerario y algo insultante para quienes la han sufrido. La Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo lamentó ayer que la capital vizcaina ha vuelto a ser esta semana «una ciudad colapsada por el espectáculo». Pidió tener en cuenta a toda la ciudadanía y valorar el impacto de estos eventos «sin hacerse trampas», no atendiendo solo a la recaudación de agentes privados.

Al fútbol se le permiten cosas impensables para cualquier otra actividad social o cultural. Es cierto que el carácter de los aficionados ingleses no hace sino complicar una gestión de por sí difícil. Era un reto y se ha desarrollado sin incidencias graves, pero negar los percances, los contratiempos y todas las molestias es un absurdo en el que no tendrían que incurrir las instituciones. Siempre que se den con medida, estos eventos son una oportunidad para proyectarse como país –algo que se podría haber hecho mucho mejor– y el impacto económico es importante y bienvenido, siempre que se reparta de forma justa y equitativa. Y que no consista en un trasvase de recursos públicos a manos privadas. Atender las quejas del vecindario y dar cauce a sus demandas, reconocerles una agencia que los saque del papel de meros figurantes, es crucial para acercarse al necesario equilibrio entre estos eventos y la vida cotidiana de una ciudad y sus habitantes.

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