Mejoran las respuestas, sigue fallando el origen

Cuando la percepción general, especialmente por las dos últimas ediciones sanfermineras, era que la violencia machista en fiestas vascas se estaba abordando de modo efectivo, el deplorable balance de la Aste Nagusia de Donostia vuelve a hacer preciso repensar la cuestión. Aunque el flujo de información ha sido caótico por algunas razones justificadas (secretos sumariales, víctimas menores de edad...) pero otras no tanto (diversas fuentes policiales, dudoso interés institucional en reconocer la realidad...), parece que finalmente se han producido ocho denuncias de abusos o agresiones sexuales, más de la mitad perpetradas sobre menores y/o por menores, en un espacio concreto dedicado a ellas y ellos, la «disco festa» de las terrazas del Kursaal. Terrible.

No cabe echar por tierra ni menospreciar todo lo avanzado a nivel de protocolos de abordaje y respuesta ciudadana. El incremento de denuncias seguramente no supone un aumento de casos, sino que la mayor sensibilización generada da difusión a situaciones que antes directamente se ocultaban, y además basta pasar por esa zona de la fiesta de Donostia para comprobar cómo hay varios dispositivos policiales que facilitan la denuncia de los hechos nada más producirse, lo que también ha deparado rápidas detenciones en casi todos los casos. Sin embargo, la clara mejora de la respuesta «a posteriori» no lleva parejo un mismo avance en el «a priori», en evitar esos casos.

Es preciso que el mismo nivel de reflexión y colaboración que ha gestado esos protocolos certeros de respuesta se centre en buscar fórmulas eficaces que impidan la reproducción eterna de menores machistas. Hay mucho terreno para mejorar la educación en valores; no solo en la ikastola o en casa, sino también en los canales de comunicación que manejan esos chavales, a menudo invisibles o minusvalorados por los mayores (redes, televisión...) Una acción muy difícil, pero imprescindible si no se quiere simplemente seguir llenando centros como Zumarraga.

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