Mesa de Diálogo Social, adiós a un ente zombie

La Mesa de Diálogo Social de la CAV ha sido  un ente zombie, definitivamente moribundo, desde su creación. Con la representación mayoritaria de los trabajadores ausente y excluidos de la misma temas tan cruciales como el de la fiscalidad o el de los presupuestos, su función siempre estuvo en entredicho. El Gobierno de Urkullu nunca ha tenido una buena consideración del sindicalismo reivindicativo, lo ha atacado directamente por «meterse en política» o ejercer de «contrapoder», no existe en su concepción de sociedad donde solo caben la administración, la empresa y la ciudadanía. A espaldas de la representación sindical, siempre ha negociado los impuestos y las políticas industriales con la patronal y las grandes empresas. Una marca de la casa que, con mentalidad de propietario, ha guiado la gestión de la cosa pública.

Si no faltaban ya las sillas vacías en esa mesa, la decisión de CCOO y UGT de abandonarla deja en evidencia el fracaso absoluto del esquema del diálogo impulsado por Urkullu. Considerada por CCOO como una «deslealtad sin precedentes», que la Administración haya negociado y firmado a sus espaldas y pasando por completo de la Mesa de Diálogo el denominado Acuerdo Marco de Colaboración por el empleo y la cualificación en Euskadi 2018-2020 ha sido el detonante que la ha hecho saltar por los aires.

Por otra parte, esta es una forma de hacer muy del estilo Urkullu, no sorprende en absoluto. A su gobierno le importan más la pose, la foto y machacar la idea de una paz social que, en realidad, huele mal. Es autoritario en la toma de decisiones, no le gusta abrir el juego, compartir y estar sujeto a crítica cuando se trata del dinero de todos. Prefiere negociar sin la «traba» sindical, sin un entorno comunicativo y deliberativo sano, sin agenda abierta. Esa es su práctica y su cultura. Basta recordar como ejemplo los regalos de las reformas fiscales, tan celebradas por Confebask, que se consuman sin que los sindicatos estén ni siquiera informados, sin que puedan pinchar ni cortar.

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