Palestina, entre la represión y el abandono

La ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza se ha detenido, por el momento. Ha dejado un balance de bajas terrorífico. El Ejército israelí ha matado a 48 palestinos, 17 de ellos menores de edad; ha causado heridas a 360 personas, casi la mitad son niños; se han contabilizado también 58 mujeres y 19 personas mayores heridas. Al menos 1.761 viviendas han sufrido daños de cierta consideración provocando desplazamientos internos. En conjunto 8.500 personas se han visto directamente afectadas por la campaña militar israelí, aunque el trastorno afecta de una u otra manera a toda la población palestina que vive traumatizada a causa de ocupación y el apartheid. A esa tensión hay que añadir los periódicos bombardeos por parte del Ejército israelí.

Tras la tregua y el recuento de daños llega el momento de la ayuda humanitaria y la reconstrucción. En este campo el déficit es cada vez más palpable. La financiación se ha reducido en todo el mundo, unas veces por razones políticas, como en el caso de EEUU que todavía no ha recuperado el nivel previo al mandato de Donald Trump; otras veces por la crisis económica. La guerra en Ucrania también ha absorbido fondos de ayuda humanitaria que, en consecuencia, han dejado de fluir hacia Palestina. Así lo reconoce la directora de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unwra) en el Estado español, en una entrevista que hoy publica GARA. La reducción de la ayuda que llega a Palestina es el reverso político del abandono por parte de la comunidad internacional de la causa palestina. No hay ningún interés en que se respete el derecho internacional humanitario, tampoco en promover un proceso de paz o en aliviar las terribles condiciones de vida de la población palestina sometida desde hace años a un implacable bloqueo.

Abandonar a su suerte a los pueblos ocupados, como Palestina o el Sahara Occidental, es abonar el terreno para que otros países se arroguen el derecho a acometer nuevas invasiones. Dejando desamparados a los débiles frente a los poderosos y renunciando a la justicia, la comunidad internacional induce el surgimiento de nuevos conflictos.

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