Prende en más y más sitios la lucha en defensa de Palestina, contra la ocupación y el genocidio

Las movilizaciones en favor del pueblo palestino en diversas universidades de EEUU están siendo potentes e inspiradoras, con apoyos relevantes e impacto más allá de los campus. Por eso están siendo reprimidas con dureza, porque el apoyo a los Gobiernos sionistas es cuestión de Estado para Washington. Van más de 2.000 personas detenidas, se han militarizado campus enteros, la amenaza para la vida de los y las estudiantes ha pasado de las expulsiones a la violencia y la persecución, la carrera de académicos y académicas eminentes está en riesgo… Las injerencias se suceden una tras otra.

Una y otra vez, en el lado correcto de la historia

Estas protestas se sitúan dentro de las tradiciones de lucha norteamericanas. Es una cultura política rica y radical, a menudo menospreciada pero que resurge periódicamente. Las manifestaciones tienen reminiscencias de las revueltas contra la guerra de Vietnam, comparten referencias con las luchas por los derechos civiles y contra el racismo, además de beber de las teóricas y activistas feministas.
 
La denuncia de la ocupación y del apartheid contra el pueblo palestino siempre ha estado presente en esas luchas. Estos días resuenan las palabras de June Jordan que hizo famosas Angela Davis: «En esta época, lo que alguien esté dispuesto a hacer en favor del pueblo palestino constituye una prueba de fuego de moralidad». [Dentro de esa genealogía, la otra prueba de fuego, según Jordan, sería lo que se «está dispuesta a hacer por las comunidades de gays y lesbianas»].

Las protestas de estos días tienen una agenda clara: las armas que se están utilizando para llevar a cabo un genocidio en Gaza son fabricadas, vendidas y financiadas por la Administración norteamericana, y esa colaboración con el Gobierno de Benjamin Netanyahu debe parar cuanto antes para no ser cómplices de su política de exterminio, para no cometer más crímenes de guerra. Demandan un alto el fuego, un embargo y, en muchos casos, sanciones y boicot. Tras las 35.000 muertes en Gaza, la amenaza de un asalto contra Rafah ha acelerado estas demandas.

La universidad también es terreno para el debate de ideas. Nadie que no esté religiosamente implicado puede sostener las acusaciones de antisemitismo lanzadas por Netanyahu a diestra y siniestra. Lógicamente, según han ido desplegando el genocidio, algunas voces se han modulado, pero el sionismo pervive conjurado. No obstante, hay un cambio generacional: muchos jóvenes judíos de izquierda han asumido un papel muy crítico con Israel. Esto supone un choque para sus mayores, que en su momento participaron de algunas de las luchas mencionadas y que históricamente han pertenecido al Partido Demócrata.

Los activistas son muy críticos con la posición belicista de Joe Biden, que con su apoyo a Israel está maltratando a su base electoral. Según una encuesta de la CNN, el 81% de los votantes menores de 35 años desaprueba esta política. El efecto perverso puede ser perder los comicios y el regreso de Donald Trump.  

Cada ámbito institucional puede aportar

La sociedad civil mundial está denunciando masivamente el genocidio palestino. Las instituciones, desde Ejecutivos hasta universidades, no están a la altura de un genocidio. Sin embargo, ese consenso se quiebra poco a poco: esta semana Colombia ha roto relaciones diplomáticas con el Estado de Israel y Turquía ha congelado las relaciones comerciales.

En este contexto, la moción del Parlamento de Nafarroa instando al Comité Olímpico Internacional a la inadmisión de Israel en París 2024, es un paso discreto pero significativo. Igual que las protestas estudiantiles han prendido una llama moral, actos como este pueden decantar a otras instituciones a actuar en favor de la justicia con Palestina y contra el genocidio.

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