Sin renunciar a nada, hay que prever otros avances
La reunión de la Comisión Bilateral de Cooperación Permanente que ayer se celebró en Madrid estuvo presidida por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y por el lehendakari de Lakua, Imanol Pradales. En el orden del día figuraba la firma de algunas transferencias pendientes, entre ellas la de la Seguridad Social. Los antecedentes no invitaban al optimismo. Finalmente, se cerró el traspaso de Salvamento Marítimo, del Centro Nacional de Verificación de Maquinaria y, en el ámbito de la Seguridad Social, la gestión de las pensiones no contributivas y del Seguro Escolar. Sellaron, al menos, la participación de SEPI en la compra de Talgo. Pradales no ocultó su decepción por la demora y los obstáculos. Pidió a Sánchez que «ponga orden» y le emplazó a cumplir este año lo pactado. Llega cinco décadas tarde.
La reunión de ayer se une a la que celebró la víspera el Ejecutivo de Madrid con la Generalitat de Catalunya, en la que se cerró el acuerdo sobre financiación, una reivindicación histórica de las fuerzas independentistas y clave para que Sánchez lograra la investidura. A pesar de la retórica, por ahora solo se ha pactado el esquema del nuevo sistema. El Estado cedería a la Agencia Tributaria catalana la potestad para recaudar todos los impuestos y, después, la Generalitat transferiría parte de los recursos al Estado, de manera similar a como lo hacen las haciendas forales. A ese esquema básico se le aplicarían posteriormente ajustes en función de las competencias cedidas a Catalunya y que otras autonomías no gestionan. El Ejecutivo de Sánchez plantea que el modelo sea generalizable a todas las comunidades autónomas que quieran optar al mismo.
En ambos casos se han producido algunos avances en el perfeccionamiento del modelo, pero la descentralización administrativa no da para mucho más. Por un lado, la actitud beligerante de la derecha con sus maniobras centralizadoras y, por otro, la postura titubeante del Gobierno de Sánchez, que no cumple sus compromisos ni cuando está fuerte ni cuando está contra las cuerdas, hacen difícil creer en esa vía. Por eso, sin dejar de exigir ni renunciar a nada, hay que pensar en otra clase de avances, en abrir un nuevo ciclo político.