Un clamor que prendió en las naciones sin Estado
La Vuelta terminó el domingo en Madrid con la suspensión de la última etapa después de que una multitud solidaria con Palestina colapsara el circuito urbano por el que los ciclistas iban a disputar el triunfo. De este modo culminó en Madrid una dinámica de denuncia del genocidio israelí en Gaza que prendió en las naciones sin Estado, con especial protagonismo de Catalunya, Euskal Herria –donde también se suspendió el final de etapa en Bilbo– y Galiza.
La movilización popular ha convertido La Vuelta en un clamor contra el genocidio que ha resonado en todo el mundo. El efecto político no terminó el domingo y va más allá de la ronda ciclista. Frente a la absoluta inoperancia de las instituciones internacionales para obligar al Gobierno de Israel a detener la matanza en la Franja de Gaza –ni siquiera han sido capaces de impedir la participación en eventos deportivos o culturales internacionales de sus representantes–, el movimiento ciudadano ha demostrado que se pueden lograr importantes victorias. El camino de activismo social, similar al que erosionó el apartheid en Sudáfrica, adquiere un renovado protagonismo y, aunque la movilización no ha impedido la presencia del equipo ciclista Israel Premier-Tech, ha logrado que lo que era un instrumento para blanquear la masacre que está cometiendo el gobierno sionista se haya convertido en un revulsivo y en caja de resonancia de la denuncia. En este contexto, el siempre sagaz Pedro Sánchez expresó su «respeto» a la movilización social y se posicionó claramente en defensa de los derechos humanos y del derecho internacional. Se situó claramente del lado de la profunda corriente ciudadana que se solidariza con Palestina, mientras la derecha, incapaz de comprender el sentimiento general, sigue abonada a los tópicos, atenazada por la inercia y desbordada.
Una situación que previamente se dio en la etapa de Bilbo, donde los portavoces jeltzales tampoco estuvieron a la altura, aunque más tarde hayan rectificado. El statu quo en Oriente Medio es indefendible e insostenible, tanto ética como políticamente, y eso se refleja en el sentir social que seguirá alimentado movilizaciones hasta que Israel detenga la barbarie.