Una Iruñea plural da inicio a los sanfermines

El chupinazo lanzado por dos voluntarias de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) desde el balcón consistorial fue el punto de arranque de los sanfermines de este año. Durante los próximos nueve días la fiesta se convertirá en el eje de la vida de la capital y también de buena parte del resto de Euskal Herria. La emoción, la alegría, la tolerancia y la normalidad fueron, una vez más, los aspectos más destacados del inicio festivo.

La nota discordante la puso, un año más, la oposición por la presencia de la ikurriña, junto con el resto de banderas, en el balcón del Ayuntamiento de Iruñea. Como bien explicó el alcalde, Joseba Asiron, el cambio de marco legal –fruto de la derogación de la Ley Foral de Símbolos– permite que la pluralidad de la ciudadanía navarra se vea representada en las banderas que ondean en la balconada consistorial. A los habituales recursos judiciales de UPN y la delegada del Gobierno se sumaron ayer las declaraciones de los representantes de PP, Ciudadanos y PSN, que no dudaron en cargar contra el alcalde y el equipo de Gobierno municipal. Donde el resto de partidos vio normalidad y pluralidad, ellos insistieron en que se había cometido una ilegalidad. Pero en esa competencia por mostrar mayor beligerancia, fue la presidenta del PP, Ana Beltrán, la que dio muestra de un talante profundamente antidemocrático al afirmar que colocar la ikurriña no era legal porque no existe un marco normativo que lo permita, remitiendo de esta manera a una concepción de la vida social y política típica de los regímenes totalitarios, que se caracterizan precisamente porque todo está prohibido, excepto aquello que la ley permite expresamente.

A pesar de la pataleta organizada por la oposición y apoyada por el absurdo recurso de la delegada del Gobierno, la normalidad y la alegría envolvieron los primeros compases de estos sanfermines. Los cambios de los marcos legales y el respeto a la pluralidad, además de profundizar el cambio, dejan en evidencia a una oposición que carece de argumentos y que añora la crispación de antaño.

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