Una propuesta de reforma para la confrontación

El primer ministro francés, Edouard Philippe, presentó ayer las grandes líneas de la reforma del sistema de pensiones que viene anunciándose desde hace meses. Pocas novedades sobre lo ya adelantado: propone subir la edad de jubilación, suprimir la mayoría de los regímenes especiales y establecer un nuevo sistema por puntos para calcular la pensión. El proyecto, además, plantea una pensión mínima de 1.000 euros, una aplicación progresiva del mismo y una cotización de solidaridad más elevada para los ricos que no repercutirá en su propia jubilación. Los sindicatos y la izquierda acogieron con frialdad la propuesta. Incluso el sindicato CFDT, hasta ahora expectante, valoró negativamente la propuesta debido a que consideran inaceptable cualquier aumento de la edad de jubilación.
 
Vista la respuesta de los agentes sociales no parece que los planes de Macron vayan a contar con apoyo social. Algo con lo que ya contaba el Gobierno a juzgar por la presentación de ayer, que tiene mucho de gestión política de una reforma que cuenta con una fuerte oposición. Así, la propuesta del Ejecutivo establece una pensión mínima para los trabajadores precarios y muchos autónomos, sin embargo, no aclara cómo afectará el nuevo sistema a sus cotizaciones. Por otro lado, propone una «cotización de solidaridad» a los ricos para contrarrestar el más que probable efecto a la baja en el cálculo de la pensión del nuevo sistema de puntos. Asimismo, en un intento de dividir a la oposición, califica algunos regímenes especiales como privilegiados, pero los mantiene en el caso de los funcionarios públicos encargados de la seguridad; y dilata su implementación para desactivar a los mayores y más preocupados con su jubilación.

Da la impresión de que con esa propuesta de reforma el Gobierno de Macron se ha preparado para la confrontación con un objetivo caro: socavar cualquier oposición a su plan de recortar el sistema público de pensiones.

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