1977/2024 , Urtarrilak 3

Beñat Zaldua
Edukien erredakzio burua / jefe de redacción de contenidos
Xabier Arzalluz, durante la entrevista para ZAZPIKA.
Xabier Arzalluz, durante la entrevista para ZAZPIKA, en 2010.
Conny BEYREUTHER

«Lizarra-Garazi fue el momento más hermoso de toda mi vida política»

Durante décadas, las relaciones entre el histórico dirigente del PNV Xabier Arzalluz y 'Egin' y GARA no fueron precisamente buenas. De hecho, apenas dio entrevistas. Sin embargo, una vez retirado de la primera línea y alejado del nuevo núcleo dirigente (Imaz y Urkullu), se soltó y ofreció varias entrevistas de profundo calado. Esta, publicada el 3 de enero de 2010 en ZAZPIKA, es una de ellas.

Cuando en 1992 'Egin' renovó su diseño de forma radical, la campaña con la que se dio bombo al cambio escenificó el entierro, literal, del viejo periódico y el nacimiento, también real, del nuevo. La valoración que, según cuentan, hizo Xabier Arzalluz al ser preguntado sobre la nueva imagen es representativa de la relación que mantuvo durante buena parte de su vida con el periódico: «Les ha salido un aborto».

Poco amigo de las declaraciones taimadas, el histórico dirigente del Euzkadi Buru Batzar del PNV no tuvo una gran relación con 'Egin'. Tampoco con GARA durante los primeros años, aunque su retirada de la primera línea política, así como las divergencias con el núcleo dirigente que le sucedió al frente de su partido, derribó prevenciones y algunos prejuicios pasados.

El resultado fueron entrevistas de profundo calado como la que reproducimos a continuación, publicada en ZAZPIKA el 3 de enero de 2010, o como la que le hizo Fermin Munarriz un año después, en pleno cambio de estrategia de la izquierda abertzale. Configuran el retrato de un personaje crucial en Euskal Herria durante el último cuarto del siglo XX, un «pensionista sin pelos en la lengua» que aseguró haber vivido el momento más hermoso de su carrera política durante el proceso Lizarra-Garazi.

Además, esta entrevista de Joseba Macías, con fotografías de Conny Beyreuther, tiene su intrahistoria. Por deferencia, el ya fallecido periodista solía pasar el texto acabado a sus entrevistados. Arzalluz, viejo zorro, derivó la entrevista al PNV, una buena forma de lavarse las manos ante los suyos por la posible publicación de una entrevista en la que criticaba abiertamente al partido entonces dirigido por Josu Jon Imaz. Al no recibir respuesta, el equipo de 7K envío a imprenta la entrevista, momento justo en el que llegó el mensaje del partido tratando de impedir su publicación. Se cambiaron algunas cosas, se entiende que en nombre de la diplomacia, pero la entrevista sigue mereciendo la pena.

[ENTREVISTA COMPLETA]

Xabier Arzalluz, un pensionista sin pelos en la lengua: «Lizarra-Garazi fue el momento más hermoso de toda mi vida política»

Texto: Joseba Macías
Fotografías: Conny Beyreuther

Visiblemente cansado, no ha perdido ni prestancia ni su verbo directo. Muchos respiran desde que abandonó la política activa; otros le echan de menos. Fue durante décadas el político vasco más odiado por cierta prensa españolista que no le perdonó nunca ni las formas ni el fondo de sus mensajes. En esta entrevista con ZAZPIKA nos muestra que aún tiene mucho que contar. Y que no está dispuesto a morderse la lengua, hoy menos que nunca.

Sabemos que tiene mucho que contar sobre los acontecimientos que han marcado la historia reciente de nuestro país y, precisamente, no se prodiga en encuentros con los medios de comunicación. Simple cuestión de supervivencia, según él mismo comenta, después de años de manipulaciones y maltratos por parte de cierta prensa. Ahora, retirado de la vida política activa, el que fue durante dos intensas décadas el hombre más importante del PNV dosifica sus apariciones en público como necesaria medida preventiva para mantener una intimidad bien controlada. Pero eso no quiere decir que no hable y sigue exponiendo sus puntos de vista sobre la actualidad como tertuliano radiofónico. Acusado en su día de «incontinencia verbal» por unos periodistas que justificaban su jornal con las siempre «calientes» declaraciones del presidente del EBB, Xabier Arzalluz sigue utilizando un lenguaje directo a la hora de repasar con nosotros su dilatada trayectoria política.

¿A qué se dedica actualmente Xabier Arzalluz?

No tengo propiamente ninguna tarea. Soy libre en el sentido económico, modestamente libre como pensionista. Soy bastante casero y no salgo mucho. Alguna charla que me piden en algún sitio, alguna mesa redonda… pero normalmente estoy en casa. Sigo la actualidad política a través de los medios de comunicación, en el contacto directo con la gente, navego por Internet… No escribo tanto como antes, pese a que me lo solicitan. Sí tengo vocaciones más o menos exóticas como pueda ser cultivar una huerta. Y poco más.

«Lo vasco es duro. Siempre me he sentido maltratado, pero no toca que nos traten bien en un Estado como este»

¿No tiene nostalgia de sus intensos años de actividad política?

No, en absoluto. Para mí ha sido una experiencia larga y dura. Además, he vivido todas las fases desde la dictadura. Me enganché en el año 1959 y viví intensamente toda la última etapa del franquismo, lo que se llamó la Transición, la Constitución, el Estatuto… Los días más fructíferos desde el punto de vista de una batalla política. Fue muy duro, sí, pero lo nuestro siempre es duro. Para unos más que para otros. Lo vasco es duro. Estar en boca de todo el mundo, que cada cual diga lo que le dé la gana sin que podamos replicar… Siempre me he sentido maltratado. Pero no solo eso. Si hubiera sido bien tratado por parte de toda la prensa «políticamente correcta», me hubiera preocupado. No toca que nos traten bien en un Estado como éste.

Usted fue sacerdote de la Compañía de Jesús. ¿Da impronta esa vocación? ¿Ha marcado su actividad política posterior?

Supongo que sí. Yo lo dejé y, como podrás imaginar, alguna razón habría. Para mí fue un camino equivocado. Pero donde sí deja impronta es, especialmente, en el ámbito de la disciplina. Nosotros proveníamos en buena medida de la clandestinidad. Cuando nos comprometimos, sabíamos lo que nos esperaba. Yo, por ejemplo, era abogado y sabía que por el mero hecho de estar afiliado a un partido prohibido y en el que además estaba en la dirección podía ser condenado a doce años de prisión. Solo por eso. Quien fuera nacionalista vasco entonces no podía esperar nada en cuanto a éxito o beneficios personales. Eso nos pasaba a todos los que no éramos fascistas. También se notaba mucho en el Partido Socialista de entonces. Hoy, no. Hoy o se tiene un gran ideal o, si no, todo se reduce a una carrera por el beneficio personal, donde están la mayoría. Los niveles de corrupción a los que se ha llegado son reflejo de esta realidad. Nosotros no teníamos eso. Pero algunos empezaron a aprender muy pronto. Lo que hizo el PSOE en su tiempo, por ejemplo, es terrible. Personas a las que se les debía exigir un determinado nivel ético llegaron a un grado de corrupción increíble.

Usted comienza a militar en el PNV a mediados de los años sesenta, cuando buena parte de la juventud vasca opta por otras vías como método de lucha y resistencia…

En ese sentido te puedo contar que a mí me intentó atraer a su nuevo proyecto 'Txillardegi'. Él estaba exiliado en Bélgica y, junto a su mujer, vino a comer a mi casa de Alemania. Quería que yo me afiliara a Branka, que era su propuesta. Me acuerdo que le dije que la violencia estaba justificada en la lucha contra Franco, pero que tenía serias dudas de que mediante esa vía se pudiera conseguir algo. Yo había seguido muy de cerca la actuación de los partidos políticos alemanes en aquellos tiempos: el socialdemócrata, el democratacristiano… Pensaba que, de cara a nuestra lucha en el Estado español, no había otra salida que Europa. Tarde o temprano Franco moriría y no quedaba más camino que la integración en el continente. Para ello el nuevo tiempo político debería asumir al menos tres cuestiones: libertad de prensa, libertad de asociación política y sindical y dar un cauce de salida al tema vasco y al catalán. Esto es lo que tenía que hacer el que viniera, fuera quien fuera. La juventud en ese tiempo estaba cada vez más radicalizada: el troskismo a raíz del mayo del 68, el maoísmo… Yo no tenía nada que ver con ese mundo. Aunque siempre tuve curiosidad por el socialismo. Recuerdo que iba mucho a Berlín Oriental y observaba aquella sociedad, leía libros… Pero me desengañé de todo aquello, vi que no funcionaba ni funcionaría nunca. Por eso decidí optar entre ser socialdemócrata o democratacristiano. Siempre con el objetivo puesto en Europa. Entonces le escribí una carta al único militante que conocía del PNV, el pediatra bilbaíno Josu Arenaza. Me contestó al poco tiempo diciéndome que había hablado con gente y que estaban encantados. A partir de ahí volví y comencé a trabajar ya en el partido.

Tras sus años de formación teológica en Alemania y de ejercer como profesor en Madrid, viene a dar clases a la Facultad de Sarriko y, posteriormente, a la Universidad de Deusto, donde impartirá sus asignaturas también en euskara. Muchos años dedicados a la docencia en definitiva…

Sí, aunque en mis biografías nunca se dice que he estado más de tres décadas trabajando como profesor de Universidad. Siempre impartiendo la misma materia: Derecho Político. Pero, como te digo, nunca se cita como referencia biográfica.

«Desde mi propia experiencia, al menos te puedo asegurar que contra Franco comíamos mejor»

¿Contra Franco vivían ustedes mejor?

Según en qué. Yo te diría que contra Franco comíamos mejor. Todas las semanas teníamos reuniones políticas en un restaurante que se llamaba Baliak, que estaba en la Alameda de Rekalde, en Bilbo. Tenía una cocina casera, estupenda, realmente muy buena, y donde servían, por ejemplo, unas tajadas de merluza impresionantes. Allí íbamos Ajuriagerra, Retolaza y yo. Ajuriagerra era como un pajarito y comía poco. Retolaza, parecido. Así que yo me comía lo mío y la mitad de lo de ellos. Per eso te puedo decir que, al menos desde mi experiencia, contra Franco comíamos mejor.

¿Fue aquella histórica reunión de abertzales en el club Xiberta de Angelu (30-4-1977) una oportunidad perdida?

Sí, lo fue, aunque hay que explicarlo bien. Yo no fui a Xiberta porque, aunque me tocaba haber estado como representante del PNV, sabía de antemano que en ese encuentro no íbamos a acordar nada. Nosotros le mandamos finalmente a Juan José Pujana como jefe de delegación. Allí estaban también los milis y los polimilis. Ante el cuadro que se planteaba en el Estado español, nosotros teníamos una cosa clara y era lo siguiente: si no entrábamos en el juego, alguien ocuparía nuestro sitio. ETA puso la pistola encima de la mesa para avalar su tesis de que no había que participar en esas elecciones hasta que hubiera una amnistía total, cuestión que en aquellas condiciones nosotros sabíamos que era absolutamente imposible. Nosotros no estábamos de acuerdo con esa postura de maximalismos. Por tanto, te diría que sí, que aquello sí fue una oportunidad perdida en el sentido de que, efectivamente, si hubiera habido un mínimo de posibilidades de estar de acuerdo entre nosotros, habría sido la ocasión. Pero no hubo ni siquiera discusión.

Usted es elegido diputado en las elecciones estatales de 1977 y tuvo la oportunidad de vivir intensamente aquellos años parlamentarios, especialmente el largo y tortuoso debate sobre la Constitución española.

Tuvimos la suerte de que entre nosotros había personas que ya en la II República habían estado en la primera línea de la política, como Manuel de Irujo. Era un hombre a quien yo estimaba mucho. Su presencia fue fundamental para entender los nuevos tiempos. Recuerdo que yo no quería por nada del mundo ser el primer vasco que aprobaba una Constitución española. La cuestión era cómo compaginar eso con nuestra realidad. Hicimos por debajo muchos intentos, reuniones, encuentros, siempre con el objetivo de que se reconocieran nuestros derechos históricos como pueblo. En aquellos días, además, asistí también en Madrid a una magna reunión de la democracia cristiana mundial donde, por iniciativa alemana, se aprobó el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, incluidos los europeos. Los españoles dijeron luego que sí, que ellos habían firmado la resolución, pero solo para ser aplicada en los países coloniales. En fin… El caso es que no aprobamos la Constitución española. Y ahora precisamente Patxi López, que no tiene ni idea de nada, está diciendo que el Estatuto de Gernika se basa en la Constitución… No es cierto: la Constitución asume los derechos históricos de los vascos; por lo tanto, no los crea.

Carlos Garaikoetxea manifestó en su día que usted era partidario de dar su voto afirmativo a esa Constitución y que fue la presión del partido la que llevó a su grupo parlamentario a abstenerse.

Eso son absolutas tonterías. Si alguien tuvo algo que ver con esa operación, fuimos Mitxel Unzueta y yo. A la Constitución española no le debo nada ni nunca le he debido nada.

¿Vivió presiones en Madrid, en aquellos años, de altos mandos del Ejército español, de la clase política, de los empresarios…?

Sí. Nosotros llegamos a tener hasta ofertas de dinero. La verdad es que no me gusta hablar mucho de esto porque el protagonista ya está muerto. Me refiero a Fernando Abril Martorell, ministro y amigo personal de Adolfo Suárez. Se puso mucho dinero encima de la mesa para cambiar nuestras posturas. Le dije literalmente: «Lo siento mucho. Yo no soy capaz de decir a mi gente una cosa en la que no creo». Pero sí, en esos años tuvimos muchas presiones y de todo tipo.

«No siento nostalgia de mis años de actividad política. Ha sido una experiencia larga y dura. Además, he vivido todas las fases desde la dictadura»

¿Qué piensa de que el PSOE y el PP hayan decidido ahora instaurar el 25 de octubre como fiesta de la Comunidad Autónoma Vasca bajo la denominación de 'Día del País Vasco-Euskadiko Eguna'?

Pues una más. Yo califico a este Gobierno como un «gobierno de okupas». Por ejemplo, ya en la Mesa de Ajuria Enea (1988) hay un punto que propone a la izquierda abertzale que venga con los demás al Parlamento, donde se puede defender cualquier idea. Pero pasa el tiempo y al PSOE y al PP les entra el miedo de que todos los abertzales podamos votar juntos, como así ocurrió durante el mandato de Ibarretxe. Entonces, temiendo que un día consensuáramos por mayoría absoluta una declaración de independencia, se sacan de la manga la Ley de Partidos. Y aplicándola cada vez con más contundencia crean este particular «parlamento corto» en el que ellos establecen su mayoría.

Usted ha sido presidente del PNV durante más de veinte años. De todo este tiempo, ¿cuál es el momento que recuerda con más cariño?

Sin ninguna duda, el Acuerdo de Lizarra-Garazi. Ese fue el momento más hermoso. Realmente íbamos por un camino que ensanchaba el alma. Seguí ese tema en primera persona. Recuerdo, por ejemplo, cuando años atrás en un encuentro con la dirección de ETA, al finalizar, Txomin Iturbe le cogió en un aparte a Gorka Agirre y le dijo: «Dile a ese (refiriéndose a mí) que lo que hoy no es posible puede serlo mañana. Y que siga». Y seguimos, claro. Así llegó Lizarra-Garazi. En las reuniones preparatorias estuvieron, en nombre del PNV, Gorka Agirre y Joseba Egibar. ETA declaró una tregua, anunciada como indefinida públicamente, pero que a nosotros nos dijeron hasta qué fecha se prolongaba. Tres o cuatro meses, no recuerdo muy bien. Lo que queríamos era que se extendiera en el tiempo y algo conseguimos. Lizarra-Garazi en ese momento llegó a su estado más álgido, lo más hermoso que yo he podido ver; una enorme ilusión colectiva en el pueblo, el trabajo en los ayuntamientos, la defensa práctica del euskera… ETA, finalmente, rompió la tregua y todo el mundo se cabreó, también mayoritariamente en la izquierda abertzale. Mi interpretación es que a ETA se le iba de las manos porque el entusiasmo colectivo les llevaba a no controlar el proceso. Eso es lo que yo pienso y sé que ellos dirán otra cosa, pero esa es mi interpretación. Pero lo que llegamos a construir, aunque fuera en esbozo, fue realmente maravilloso y mi mejor experiencia política.

¿Con quién tiene menos sintonía Xabier Arzalluz: con Carlos Garaikoetxea o con Josu Jon Imaz?

Son dos épocas y dos personas muy diferentes. Garaikoetxea, antes de ser lehendakari, estuvo también de presidente del EBB, por indicación mía por cierto y solo por ser navarro. Yo creía que Nafarroa nos la quitaban ya y decidí hacer un gesto desde el punto de vista práctico. Pero no sabíamos realmente quién era Garaikoetxea. Éramos así de ingenuos. Luego hubo un distanciamiento más por su personalidad que por otra cosa. Él, es verdad, siempre se consideró nacionalista, pero tenía un carácter complicado. Y, estando todos a su servicio, pensaba que estábamos vigilándole permanentemente. Josu Jon Imaz es otra cosa. Entró como presidente del EBB de forma no muy ortodoxa. A Egibar unos cuantos le tenían mucho miedo por la claridad de sus posturas. Así apareció el nombre de Iñigo Urkullu, pero no daba garantías tampoco a una serie de gentes de Bizkaia. Por eso buscaron una solución intermedia y se designó a Imaz. Esa fue la única razón por la que entró a la presidencia.

Usted dijo: «Como a algún ertzaina se le ocurra torturar, se va a la calle»…

Por supuesto. Lo de la tortura suele ser indemostrable. Pero en el caso de la Ertzaintza, a mí me constan maltratos, sí, pero no la aplicación de la tortura. Te aseguro que, si hubiéramos tenido conciencia de tortura en la Policía Autónoma en nuestra época, las medidas habrían sido drásticas. No queríamos una Policía así. Yo creo que hoy en día la cosa es distinta. Ahí ha entrado mucha gente sospechosa. Nosotros tuvimos mucho cuidado con todo eso. Que no entraran militantes de ETA, aunque alguno lo consiguió, y que no entraran tampoco miembros de la Guardia Civil. Eso creo que ha cambiado sustancialmente. Ahí está el máximo responsable de esa Consejería… Yo creo que Rodolfo Ares odia lo vasco. ¿Por qué ha cogido la cartera de Interior? ¿Para hacer méritos de cara a su carrera política en Madrid? Puede ser. Pero es todo un síntoma de cómo esta gente quiere arrasar con todo lo que se ha hecho. Con la Policía, con la televisión, con la enseñanza…

¿Quién manda hoy en el PNV: el alma o la tecnocracia?

Es cuestión, en definitiva, de quién es el que maneja el aparato. Los que están ahora piensan que son la transición, la adecuación a los 'nuevos tiempos'. Creen que tienen la fórmula para el futuro. Allá ellos. Yo no voy a entrar en esa cuestión, porque tendría que criticar muy fuertemente al partido y no me toca.

«Valoro el compromiso militante de la izquierda abertzale. Creo que hay mucha energía perdida, pero también una entrega que no existe en otros lados»

¿No tiene un poco la sensación de que el mito de Sísifo es una historia mitológica pensada también para un pueblo vasco que, una vez tras otra, ve cómo esa piedra-metáfora sigue cayendo hasta el valle y, así, indefinidamente?

Yo siempre he pensado que lo nuestro es muy difícil precisamente por la diferencia de fuerzas. Francia por un lado, España por otro… Pero también te diré que yo al menos sigo teniendo una manifiesta fe en Europa. Y sé que no nos van a apoyar gobiernos como los actuales. Pero sí sé también que todavía hay verdaderos demócratas en el continente que no van a tolerar ciertas cosas. Ese es el único camino. Porque aparecer con los tiros es tenerlo perdido de antemano. Nadie te va a apoyar por ese camino.

Usted siempre ha valorado muy positivamente el compromiso militante de la izquierda abertzale.

Sí, lo valoro mucho realmente. Creo que hay mucha energía perdida pero también una entrega y un compromiso que no existe en otros lados. Es una pena que no se canalice como se merece.

¿Qué piensa del debate actual que está desarrollando este espacio político?

Yo estoy a favor de unos, evidentemente. Pero ellos tienen que decidir. Es muy difícil que elijan definitivamente desarrollar la línea que yo digo. Pero lo que no podemos olvidar es que la cuestión final de nuestros objetivos siempre la va a decidir el pueblo vasco. Y ese principio es sagrado. Y lo que pide ahora mismo nuestro pueblo es unidad. Cada uno en su sitio y con su ideología pero comenzando a plantear un desarme verbal que vaya estableciendo las bases de un común acuerdo. Y contra eso, créeme, Madrid no tiene parche alguno. Nadie va a poder parar a la sociedad civil vasca. Ahí está la batalla. Tiempo al tiempo.

¿Xabier Arzalluz es independentista?

Sí. Siempre he pensado que el PNV se creó con el objetivo de lograr un estado vasco independiente.

¿Y el PNV de hoy lo es?

Yo creo que sí. La mayoría del PNV de hoy sí es independentista, sin duda alguna.

¿Le duele que cuando determinadas fuerzas abertzales hablan de la creación de un 'polo soberanista' excluyan al PNV?

No, claro que eso no me duele. Lo que pasa es que yo no te voy a empezar a decir cosas de Eusko Alkartasuna. Hablan de un polo de unidad cuando se escinden, luego se escinden de nuevo y ahora llaman a un frente común. Créeme que yo al menos no estoy para comedias…

Decía Txema Montero en una entrevista publicada recientemente que estamos a las puertas de un nuevo tiempo, de un cambio de paradigma político en el que la hegemonía en el seno de las fuerzas abertzales se iba a desplazar desde el PNV hacia esta posible nueva alianza de formaciones diversas, movimientos sociales… Incluso manifestó que en unos pocos años no sería extraño un gobierno en territorio vasco constituido en coalición por el PSOE y esta nueva entidad abertzale.

Yo, al menos, no deseo que haya hegemonías. El hecho de que hoy tengas un respaldo mayoritario no quiere decir, no significa, que mañana sea también así. Se trataría, en mi opinión, de respetar el apoyo popular que cada uno tenga. Y, a partir de ahí, se irán sumando las fuerzas. Pero, en este sentido, también te puedo decir que sé muy bien por dónde va Txema Montero. Una persona que está hablando de «independencia dentro de España»… te puedes imaginar a qué se puede estar refiriendo.