Luismi Huarte
IRUÑEA

Chávez deja una estrella roja en el firmamento

Ha aumentado la conciencia política e ideológica de las masas, sobre todo para instaurar una nueva cultura política que se sustenta en la ecuación Estado social, soberanía nacional y participación popular

Simón Bolívar murió en 1830 en el exilio colombiano, traicionado y sin poder ver materializado su sueño de la Patria Grande latinoamericana. Casi dos siglos después, Hugo Chávez ha fallecido en su tierra, arropado por millones de compatriotas y con la tranquilidad de haber sido artífice del mayor proceso de integración latinoamericano de la historia. La talla de estadista del presidente venezolano, se puede equiparar hoy a la del puñado de grandes revolucionarios del continente.

En consecuencia, su desaparición física supone un contratiempo de proporciones incalculables porque quiebra una combinación virtuosa que pocas veces se da en la historia y que en Venezuela se sintetizaba en la imbricación de 3 factores: liderazgo carismático arrollador, visión estratégica revolucionaria poco común y control de la reserva petrolera más grande del planeta. Esta ha sido una variable fundamental para el actual cambio de época en América Latina.

Perfil. La figura de Chávez es la expresión, parafraseando a Bertolt Brecht, de uno de «esos imprescindibles» para la historia de las clases populares. Por eso precisamente, la insistencia enfermiza de los voceros de la élite transnacional en etiquetarlo como un líder «populista y autoritario». La obsesión del latifundio mediático planetario en caracterizarlo como un «bufón de circo», oculta deliberadamente la complejidad de un gigante político con grandes virtudes.

La pasión casi juvenil para la lectura y la autoformación política ha sido un factor clave en la maduración ideológica de Chávez y en la apuesta por un bolivarianismo de corte anticapitalista. A su vez, sus aptitudes pedagógicas han sido un «arma de construcción masiva» para la educación política de miles de venezolanos y venezolanas, a través de los medios de comunicación públicos. La claridad para hacer entender realidades como por ejemplo la «explotación capitalista» o la necesidad de la «propiedad social de los medios de producción», sitúan a Chávez como un educador de primer nivel y como el más efectivo sembrador de conciencia revolucionaria en Venezuela.

Legado. El legado de Chávez como presidente es extenso y muy diverso, pero nos atreveríamos a sintetizarlo en tres reflexiones. La primera sería la constatación de que «se puede cambiar el rumbo de la historia», es decir, el neoliberalismo como proyecto autoritario y de exclusión social puede ser sustituido por una agenda alternativa, si realmente hay voluntad política.

La segunda implica la reivindicación de que «se puede volver a soñar», es decir, que los horizontes de utopía son de nuevo instrumentos efectivos para la organización y la movilización de masas. Todavía poca gente es capaz de valorar en su justa medida la importancia que tuvo el discurso de Chávez en el Foro Social de Brasil en 2005, cuando rescató de las catacumbas la necesidad de recuperar el socialismo como proyecto de emancipación para la humanidad.

La tercera apela a la idea de que «podemos ser libres y soberanos», o lo que es lo mismo, América Latina está iniciando el tránsito hacia su segunda independencia y apostando por superar el interminable ciclo de 500 años de coloniaje.

Lo más paradigmático del nuevo ciclo no es que se estén creando instrumentos de integración regional autónomos respecto a EEUU, como la CELAC, UNASUR, etc., sino que los países más conservadores de la región (Chile, Colombia...) se ven obligados a formar parte de la nueva dinámica porque no pueden permitirse el lujo de quedarse fuera de la historia.

¿Lo irreversible? Resulta un terreno sumamente resbaladizo el debate en torno a la irreversibilidad de algunos cambios en la patria de Bolívar. Sin embargo, sí es cierto que podríamos mencionar un conjunto de transformaciones que por lo menos se pueden considerar sumamente profundos y sólidos.

Uno de ellos lo podemos ubicar en el plano psicosocial, y es cómo Chávez y el movimiento que ha liderado ha conseguido elevar la autoestima colectiva del pueblo venezolano a niveles inéditos. Las ya conocidas mejoras de las condiciones de vida materiales de millones de seres humanos en el país han ido acompañadas de un proceso de dignificación de los más excluidos de proporciones colosales. La inclusión no solo socio-económica y política sino fundamentalmente cultural, afectiva y simbólica ha sido un eje transversal y constante de la Revolución Bolivariana, y en esta batalla Chávez ha tenido una gran responsabilidad.

El otro gran aporte es la capacidad para aumentar la conciencia política e ideológica de las masas, y sobre todo, para instaurar, casi tres lustros después del inicio de gobierno, una nueva cultura política que se sustenta en la siguiente ecuación: Estado social, soberanía nacional y participación popular. La campaña electoral de la derecha en las presidenciales de 2012 es el mejor exponente de esto, ya que se vio obligada a diseñar un discurso de campaña de inspiración progresista.

Chávez abandona el timón de la nave pero las palabras de su último discurso antes de partir a La Habana, quedan para la posteridad como una metáfora que condensa el momento histórico venezolano: «Sea como sea y con esto termino, hoy tenemos Patria, que nadie se equivoque. Hoy tenemos Pueblo, que nadie se equivoque. Hoy tenemos la Patria más viva que nunca».