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Una víctima de maltrato pide en Nafarroa no tener que separarse nunca de su perra Sugui

Una víctima de violencia machista residente en Nafarroa ha entregado hoy en el Parlamento navarro 125.000 firmas para que se realice una modificación legal y que su perra de protección pueda acompañarla en todos los establecimientos antes de que su agresor salga de la cárcel el próximo 4 de enero.

En concreto, Silvia González Pascual, acompañada de su perra Sugui, ha entregado las firmas recogidas en la plataforma change.org para impulsar la modificación de la Ley de 2015 para actuar contra la violencia hacia las mujeres y que los perros de protección para las víctimas sean considerados legalmente como perros de asistencia.

Esta modificación permitiría dar en Nafarroa a los perros de protección a víctimas la misma consideración que a los perros guía de los invidentes y poder acceder con ellos a todos los establecimientos, como supermercados, tiendas, restaurantes o cines.

Tras registrar las firmas, Silvia, visiblemente emocionada, ha comentado a los periodistas que Sugui es su «segunda mano» y su compañera inseparable, porque «sin ella estoy expuesta a que me maten».

Como cualquier persona, Silvia quiere llevar una vida normal e irse con sus «amigas a tomar un café, salir a la calle tranquila, no tener que estar esperando siempre» cuándo le va a encontrar su agresor cuando salga de la cárcel.

«Sugui está las 24 horas conmigo, sabe cuándo estoy nerviosa, cuándo lo estoy pasando mal, cuando estoy en la calle; le toco la correa y me siento segura, sé que le voy a dar una orden y le va a plantar cara» al agresor, ha afirmado Silvia, que trabaja como cerrajera y la perra le acompaña siempre, también en la tienda.

Al no contemplarse esta posibilidad en la ley navarra, a Silvia le permiten entrar con la perra en algunos establecimientos «como un favor», pero no puede hacer actividades como ir con su hija al cine, comprar en un supermercado o ir a ver a su hijo a jugar al fútbol.

«Quiero ir a la boda de mi hija o de mi hijo, ser una persona normal, no estar siempre en una caja y en una urna de cristal, por si me va a hacer algo, por si me va a matar», ha lamentado Silvia, quien ha resaltado: «Tengo derecho a vivir, yo y mis hijos, solo les pido el derecho a vivir, nada más».

Silvia ha relatado que su agresor ha roto catorce pulseras telemáticas durante los dos últimos años y por ello, ante su prevista salida de la cárcel el 4 de enero, pide que la ley navarra «tenga flexibilidad suficiente» para que los perros de protección puedan acompañar a las víctimas en todos los lugares.

«Esto es aumentar la seguridad ante la violencia machista, ayudarme a no ser una muerta más», ha explicado Silvia, quien ha hecho un llamamiento público desde la puerta del Parlamento de Nafarroa: «No quiero morir, quiero ser una chica libre y feliz».

En ese sentido, ha asegurado que ha mantenido contactos con los grupos parlamentarios navarros y «todos lo escucharon y, como siempre, pusieron 'carita' y ya está, un toque en la espalda y para casa».

«Llevo aguantando esto durante veinte años», ha subrayado Silvia, quien ha transmitido un mensaje a los políticos: «Es muy bonito que se pongan detrás de una pancarta cuando matan a alguien, pero luego no se dan cuenta de que, cuando verdaderamente pedimos ayuda, cierran los ojos y miran para otro lado».

Silvia ha aseverado que está «harta» de que los políticos «se pongan chapitas» contra la violencia machista y todos sean unos «quedabien», pero se postergue la reforma de la legislación navarra.