El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha vuelto a acusar al líder opositor Juan Guaidó de haber dirigido un plan para matarlo y ha advertido de que no le «temblará el pulso» para hacer justicia, al tiempo que ha tildado de «grupo terrorista» a Voluntad Popular, el partido del presidente de la Asamblea Nacional.
Su ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, denunció el sábado la entrada en el país de «mercenarios y sicarios» centroamericanos y colombianos, algunos ya identificados, y presentó pruebas de conversaciones telefónicas entre dirigentes de la derecha, incluido Guaidó, en las que supuestamente planificaban actos de violencia como «asesinatos selectivos», nuevos sabotajes, falsos positivos, huelgas generales y asalto al Palacio Miraflores, entre otras.
Horas después, en un acto ante miles de chavistas, Maduro aseguró que parte de los fondos venezolanos bloqueados por Washington y entregados al autoproclamado «presidente encargado» están siendo utilizados para financiar el complot opositor, en el que el Gobierno sitúa como «organizador« a Roberto Marrero, jefe de despacho de Guaidó detenido el jueves.
El líder opositor insiste en que no se dejará intimidar y continúa con su gira por el país para pedir «confianza», dos meses después de su autoproclamación, durante la cual anunció la inmediata caída de Maduro y la convocatoria de elecciones presidenciales en el plazo de un mes, de cara a preparar una movilización nacional hacia el palacio presidencial de Miraflores, en fecha por definir.
«Lealtad absoluta»
A pesar del amplio apoyo internacional y de insistir en que el mandatario está «derrotado», Guaidó no ha logrado, sin embargo, quebrar la lealtad de los militares a Maduro, que mantiene una gran cohesión en un escenario tan adverso sobre el que planea la amenaza de Washington de una intervención armada en Venezuela. Guaidó se ha declarado dispuesto a pedir al Parlamento que autorice una intervención, aunque el Grupo de Lima y la Unión Europea se oponen al uso de la fuerza.
La Fuerza Armada, con amplio poder político y económico, le ha reiterado «lealtad absoluta» a Maduro, que cuenta además con el apoyo de China y Rusia, ignorando las llamadas de EEUU y Guaidó para que le den la espalda a cambio de amnistías y levantamiento de sanciones.