Ainara LERTXUNDI
DONOSTIA

A nado para concienciar sobre las muertes en el Mediterráneo y exigir que se permitan los rescates

En lo que va de año 159 personas han muerto en el Mediterráneo, tratando de llegar a Europa, mientras crece la criminalización de las organizaciones que ayudan a los migrantes. El Aita Mari está de regreso a las costas vascas porque no le dan permiso para las labores de rescate. Para llamar la atención sobre esta realidad, un centenar de personas han ido nadando hasta uno de los gabarrones situados en la playa de La Concha y rescatar el cofre con la Declaración Universal de los DDHH.

Momento en el que la donostiarra Paula Lapoujade llega a la orilla tras resctar el cofre con la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su interior. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)
Momento en el que la donostiarra Paula Lapoujade llega a la orilla tras resctar el cofre con la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su interior. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)

La ruta migratoria hacia el Estado español es, según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) la segunda del mundo con más personas muertas o desaparecidas. En lo que va de año, se han contabilizado 159 víctimas. En 2018, 811.

«Esta tragedia se ve agravada por la cooperación reforzada del Gobierno español con la monarquía de Marruecos para impedir el acceso por mar a las costas andaluzas de las personas migrantes y refugiadas que lo intentan en todo tipo de embarcaciones. Ha impulsado la entrega de embarcaciones a la Marina marroquí, ‘custodiándolas’ hasta la llegada de la patrullera para proceder a la detención de sus ocupantes».

«Nos encontramos ante la versión marítima de ‘devolución en caliente’ con el agravante de la más que demostrada peligrosidad de esa situación en alta mar que, a menudo, deriva en una situación de nerviosismo con el vuelco de la embarcación y la muerte de sus tripulantes», han denunciado hoy en la playa donostiarra de La Concha, desde donde un centenar de personas han ido a nado hasta el gabarrón para rescatar los derechos humanos.

Han recordado la muerte el 25 de setiembre de 2018 de la universitaria de 19 años Hayat Belkacem, que falleció cuando la embarcación en la que viajaba fue ametrallada por una patrullera marroquí porque no se detuvo.

Han reclamado también que se autorice al Aita Mari y a Open Arms seguir con las labores de rescate de migrantes. «No hacerlo –han advertido– es colaborar activamente en las muertes que se están produciendo en el Mediterráneo».

«Es muy triste ver al Aita Mari de regreso. Pero no nos rendimos»

Iñigo Gutierrez pertenece a Salvamento Marítimo Humanitario. «Con este acto, enmarcado en el Día Mundial del Refugiado que se celebró el pasado día 20, queremos denunciar la necropolítica que está aplicando Europa, cuyo máximo exponente es el bloqueo del Aita Mari, nuestro barco, y el de Open Arms. No pueden salir a alta mar a rescatar personas por una decisión puramente política», ha denunciado en declaraciones a NAIZ minutos antes de que un centenar de personas se echaran al agua.

El Aita Mari está navegando nuevamente rumbo a Euskal Herria «dada la incertidumbre jurídica en la que nos encontramos. Aprovecharemos para hacer alguna otra mejora más en el barco a la espera de que haya un cambio en la decisión del Gobierno español, aunque desgraciadamente creemos que no va a ser así».

«Se está criminalizando la ayuda humanitaria persiguiendo a activistas como Helena Maleno o a los tripulantes del barco de rescate Iuventa, que se enfrentan a una petición de cárcel de 20 años por defender los derechos humanos. No entendemos qué está ocurriendo en este mundo para que se esté persiguiendo a personas que lo único que quieren es defender el derecho a la vida. Estamos viviendo una involución muy peligrosa en cuanto a las conquistas europeas».

Considera que «el auge de la extrema derecha es una estrategia a nivel mundial. No es un hecho aislado de un país. Es muy preocupante. Esperamos que todo esto empiece a revertirse. En Alemania, por ejemplo, han empezado a tomar medidas de contención muy duras contra la extrema derecha».

Gutierrez expresa su tristeza por el regreso forzado del Aita Mari sin haber podido cumplir con su cometido. «Hay mucho trabajo, sacrificio e ilusiones puestas en este proyecto. Ver que al barco se le prohíbe hacer algo tan básico como rescatar a personas en peligro en alta mar es muy duro. Estamos cansados pero no vamos a rendirnos», asegura.

«Cualquiera de nosotros podría estar en esa situación»

La donostiarra Paula Lapoujade ha sido quien ha rescatado el cofre con la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su interior. Cofre que ha mostrado bien en alto al llegar a la orilla visiblemente emocionada. «Me siento llena, aunque también siento una gran injusticia de que todavía tengamos que hacer este tipo de iniciativas. Cualquiera de nosotros podría estar en esa situación», subraya a NAIZ mientras sostenía entre sus manos el cofre.

A la pregunta de en qué iba pensando mientras nadaba protegida con un neopreno y con el propósito de rescatar los derechos humanos, ha afirmado que «en lo privilegiada que soy, que puedo disfrutar del mar, nadar como hay que hacerlo y no jugándome la vida».

«Al coger el cofre, he pensado en lo necesario que es todo lo que estamos haciendo, en que es una cuestión de justicia que ellos tengan estos derechos. Esta lucha no debería de existir. Esto no debería de estar ocurriendo», remarca Lapoujade, quien de la mano de Zaporeak visitó durante un mes los campos de refugiados de Quíos, en Grecia.

«Tuve la suerte de poder compartir mucho tiempo con ellos; son personas como nosotros, tenían una vida como la nuestra pero, de un momento a otro, dejaron de tenerla. Todos ellos son merecedores de derechos y dignidad», remarca.

A quienes mantienen un discurso xenófobo y racista, les invita a la reflexión y a visitar los campos de refugiados para palpar la humanidad que hay en ellos. «A cualquiera nos puede tocar estar en esa situación y tener que hacer cola para que nos den de comer. Ojalá, si estuviéramos en esa tesitura recibiéramos el cariño que nosotros intentamos darles desde aquí», manifiesta.

Aunque se muestra hasta cierto punto satisfecha con la acogida que ha tenido esta acción, reconoce que «aún falta mucha información, una mayor visibilización y que la gente entienda la necesidad de apoyar estas causas».

«La UE debería de fomentar los rescates en vez de complicarlos»

El gaditano Manuel Guerra también se ha «mojado por los derechos humanos» para «concienciar a la sociedad sobre la crisis humanitaria» que se está viviendo en el Mediterráneo. Sitúa la criminalización de las organizaciones que ayudan a los migrantes en alta mar dentro de «la estrategia de Europa de no hacerse cargo de estas personas que están buscando un lugar para rehacer su vida. Europa está mirando hacia otro lado», se lamenta.

«La UE debería de fomentar los rescates, en vez de complicarlos y de ponerles barreras», incide.

En su opinión, este tipo de iniciativas son «muy importantes para sensibilizar a la sociedad».

Al término del acto, han leído en euskara, castellano y árabe el artículo 13 –toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado– de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el 14 –en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país–.