Daniel Tamayo trae las fábulas de Samaniego al XXI, en euskara y en digital

Data

25.02.19 - 25.06.15

Lekua

Bizkaia - Bilbo

Una de las ilustraciones de Daniel Tamayo.
Una de las ilustraciones de Daniel Tamayo. (Mikel MARTINEZ DE TRESPUENTES | FOKU)

La lechera, a la que se le rompen el cántaro y los sueños camino del mercado, tiene como objetivo en el horizonte un skyline de rascacielos. Y el pastor bromista que grita «¡que viene el lobo!», parece salido de un cómic. Son las imágenes que surgen de la relectura realizada por el artista Daniel Tamayo (Bilbo, 1951) de las famosas fábulas de Félix María de Samaniego (Biasteri, 1745-1801), actualizadas y publicadas con texto en euskara en un libro de factura preciosista, titulado ‘Alegia’. 

Las ilustraciones están expuestas en la sala 7 el Museo Bellas de Bilbo hasta el 15 de junio, en una exposición que incluye varios ejemplares históricos de las ‘Fábulas’, algunas auténticas rarezas. Un código QR permite también acceder a los audios en euskara y castellano de los textos literarios.

¿Qué pensaría Félix María Samaniego de la actualización de sus fábulas?, podríamos fantasear al ver la exposición y el libro. Teniendo en cuenta que lo que buscaba era transmitir su ideario ilustrado a la tan tradicionalista sociedad de su tiempo, suponemos que no lo vería mal; también sabemos que escribió en verso cuentos picantes y picarescos, y que tuvo sus más y sus menos con la Inquisición.

Era un personaje fascinante: fundador de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, trabajó en proyectos para mejorar la agricultura, la producción de vino o las comunicaciones, defendió también los Fueros ante la corte y vivió tiempos convulsos como la Revuelta de los Machines (1766) y la Revolución Francesa (1789).

Su obra refleja la sociedad vasca del siglo XVIII y, con sus fábulas, lo que buscaba aleccionar a los jóvenes del Seminario de Bergara. De hecho, han quedado para la posterioridad como ejemplos de literatura juvenil e infantil. Y hasta el siglo XIX, su libro estaba incluido en los temarios escolares.

Sus fábulas las publicó por primera vez en 1787 y, desde entonces, se han sucedido numeras ediciones, algunas con ilustraciones de artistas notables, como se puede constatar en los ejemplares que ha recopilado en museo para presentarlos en la sala 7. Hay un manuscrito de su puño y letra, también distintas ediciones.

El libro editado por el museo bilbaino parte de una traducción a euskara batua realizada por Koldo Biguri para una edición promovida en 2004 por la Diputación de Araba. Son un centenar de fábulas cortas, llevadas por Biguri a la estructura de zortziko handia, porque las fábulas están en origen en forma de verso.

A Daniel Tamayo las fábulas le ‘llegaron’, de alguna manera, por casualidad, en un momento de vacío creativo. Este artista desarrolla dos líneas de trabajo, «dos vidas», en sus palabras: una, la ilustración; la otra, la creación de cuadros sin pigmento; es decir, cuadros digitales repletos de colorido. «Normalmente, cuando veo que un tema, sobre todo una forma de trabajar, se me agota, me entra una especie de angustia –ha admitido–. Es como si me acercase a un abismo, casi a punto de llegar a un estado de impotencia, de vacío. En este caso, vi ese vacío y necesité tener a mano algo que me sirviese para estar otro buen rato en acción. Entonces, me llevaban a la mente fijaciones que yo he tenido a lo largo de mi vida de cosas que ilustrar, entre ellas el Apocalipsis, la Odisea, la primera parte del Génesis y las fábulas».

Por su cuenta, y «saltando de forma caprichosa por los cuatro tomaos» de las fáculas, seleccionó cien de ellas. Las ilustraciones, en blanco, negro y rojo, optan por la simplificación. Aunque ya se sabe que simplificar no siempre resulta sencillo. En el libro son pequeñas; en la exposición, están a tamaño real.

Por cierto, ha dado una lección muy ilustrativa sobre el uso del color en sus cuadros: «Yo no lo utilizo para que quede más colorista, más bonito, sino para discriminar zonas determinadas. Es decir, es lo que puede ser una paella: aquí hay un trozo de pollo, aquí hay otro y esos son los colores, para que haya constelaciones dentro de un cuadro. Y eso es lo que las personas lo perciben, pero no se dan cuenta del todo. Para mí, un color es eso».

Kokapena

Museo de Bellas Artes de Bilbo

Bilbo. Bizkaia