Reparando al Néstor Basterretxea diseñador y arquitecto

Data

24.02.28 - 24.06.26

Lekua

Bizkaia - Bilbo

Prototipos de sillas diseñadas por Néstor Basterretxea para Biok.
Prototipos de sillas diseñadas por Néstor Basterretxea para Biok. (Aritz LOIOLA)

Detrás de un título sucinto, ‘Néstor Basterretxea. Diseño y arquitectura’, se esconde la que probablemente será una de las propuestas más interesantes de este año: sillas, escritorios, esculturas convertidas en proyectos arquitectónicos... ¿Es posible que, cien años después de su nacimiento, Basterretxea siga sorprendiendo? El Museo Bellas Artes de Bilbo acoge la primera exposición monográfica sobre sus trabajos en diseño mobiliario y arquitectura.

«Néstor creía con fervor que el diseño podía hacer cambiar y mejorar la vida de las personas (...). Creía con fervor que los espacios venían a ser liberadores y se empeñaba en encontrar soluciones prácticas sin renunciar a su estética personal», leyó ayer Gorka Basterretxea, uno de los hijos de Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924-Hondarribia, 2014) en la presentación de esta exposición, con la que arrancan las actividades dedicadas a uno de los vascos más modernos, influyentes, poliédricos y polifacéticos de nuestra historia, y también uno de los principales renovadores de nuestro arte en la segunda mitad del siglo XX.

Un centenario para recordar

Gorka Basterretxea coordina de los actos del centenario, que se inauguran con esta exposición bilbaina en el Bellas Artes, que es además la primera monográfica dedicada a su importante y poco estudiada faceta como diseñador de mobiliario. Se desarrollará del 28 de este mes al 26 de mayo. Y a a partir de ahí, a lo largo de todo el año, Basterretxea ‘revisitará’ Irun, Gasteiz, Donostia, Iruñea, Altzuza, Elgoibar, Bermeo, Hondarribia, Asparrena, Argentina y EEUU. Y posiblemente nos dejemos a algún lugar en el tintero.

De alguna manera, esta efemérides también servirá para intentar reparar su memoria y para que nos reencontremos con un hombre que el crítico Juan Daniel Fullaondo calificó de «caleidoscopio Basterretxea». Ante lo visto de lo desplegado en las salas 6 a 10 del museo bilbaino, más parece un hombre renacentista: escultor, diseñador de muebles, cineasta, arquitecto... todo le interesaba, todo estaba relacionado. Todo estaba integrado: no solo en el arte, también en la vida, en la sociedad, en la política. Néstor Basterretxea fue un hombre de su tiempo, adelantado a su tiempo.

Acompañado por un estupendo catálogo editado en euskara, castellano e inglés –el libro está repleto de fotografías, dibujos y análisis de los tres comisarios de la exposición–, este viaje al ‘universo Basterretxea’ la han estructurado Peio Aguirre, Pedro Feruchi y Pedro Reula de forma cronológica: principios de los años 50, Néstor Basterretxea regresa desde Argentina a Euskal Herria, de donde salió con 12 años, cuando su familia tuvo que marchar al exilio. El que regresa es un joven recién casado, un artista amigo ya de Jorge Oteiza –la relación de ambos les marcó toda su vida– y con un bagaje vanguardista que chocaba con el ambiente negro del franquismo de la época. Su primer encargo fue, en 1952, las pinturas de la basílica de Arantzazu, con censura, parones y desprecios.

Unos diseños como de hoy en día

Fue también la época en la que arrancó su faceta de diseñador industrial, gracias a su contacto con el empresario y mecenas navarro Juan Huarte hijo. Antes de fundar de 1958 la empresa de mobiliario moderno H Muebles, para la que el bermeano diseñó sus primeros objeto, Huarte encargó a Oteiza y Basterretxea la decoración de su piso en el edificio que había construido en el madrileño Paseo de la Castellana para su familia y como sede de su firma.

En las fotografías del piso de Juan Huarte, porque ya no queda nada y ha sido objeto de remodelación, se ve una mesa de cristal de Oteiza y el ‘Diván H’, un sofá y una pieza que el bermeano iría revisando durante toda su larga carrera como diseñador.

En 1955, los dos amigos decidieron dejar Madrid. Compraron un solar en Irun, junto al Bidasoa, muy cerca de la actual Ficoba y, con el arquitecto Luis Vallet, diseñaron y construyeron una casa-taller, terminada en 1958. Durante la década siguiente, el lugar se convirtió en una factoría de creación en donde Basterretxea  desarrolló el núcleo de su actividad intelectual y sus proyectos empresariales; la tienda de diseño de interiores Espiral, que montó en la calle San Martin de Donostia, la productora Frontera Films –donde rodó sus icónicos trabajos con Larrouquert– y la empresa de muebles Biok, radicada en Irun y con Basterretxea como fecundo director artístico durante una década.

En 1970, ante la degradación de la zona donde estaba la casa, los Basterretxea se trasladaron al caserío de Idurmendieta, en Hondarribia; los Oteiza, a Zarautz y Altzuza. Talleres, un bar de carretera y un prostíbulo han ocupado este edificio abandonado, que debería ser recuperado. De hecho, el Bellas Artes ha documentado, incluso con una maqueta, esta casa para contribuir «a la restauración de una obra tan trascendente para el arte y la arquitectura».

Fantasías arquitectónicas

Diseñador de primer nivel, aunque no se le haya reconocido hasta ahora, en realidad, Basterretxea era un enamorado de la arquitectura. Y un fantaseador, en el buen sentido de la palabra, también de primera: la última sala acoge lo que su comisario, Peio Aguirre, llama ‘el laboratorio de sueños’.

Es impresionante la capacidad de este hombre: arquitecto frustrado, creador integral, la lista de sus diseños arquitectónicos no materializados por distintas razones es impresionante: una propuesta para el Kursaal de Donostia en 1965 –cuatro grandes torres–, el proyecto para la Fundación Sabino Arana en Jardines de Albia en Bilbo en 1979 –convertía una escultura de Oteiza en edificio, a lo bestia; la prensa le dio una buena importancia en la época–, el centro de arte contemporáneo que planteó en los 80 para la Alhóndiga bilbaina –fue asesor de cultura en Lakua–, la ikastola que no pudo ser en Tolosa, o la biblioteca de la Universidad de Deustu (1985) que se le encargó y ‘desencargó’ en poco tiempo, cuando tenía hecha la maqueta.

Hay también, por cierto, algunos diseños para el futuro museo para que albergase su obra. Bueno, los tenían Chilllida y Oteiza... pero él no. Y dolía. Y fantaseó con una casa-museo, plasmada en una escultura llamada ‘Arguizaiola’. «Una casa cosmogónica, cósmica y utopía. Lo suyo consistió en producir nuevas representaciones y anticiparlo por venir», concluye Aguirre.

La exposición acogerá una conferencia titulada ‘Néstor Basterretxea. Diseñar para vivir’, a cargo de Guillermo Zuaznabar, conversador de diseño y arquitctura. El martes 7 de mayo, a las 19.00.

Horario del museo: De lunes a sábado, de 10.00 a 20.00 h (menos los martes, día de cierre del museo) Domingos, de 10.00 a 15.00.

Kokapena

Museo Bellas Artes Bilbao

Bilbo. Bizkaia