13 rue del Percebe

Vimos de cerca la construcción de la sede del PP en la madrileña calle Génova, al mismo tiempo que la de la Audiencia Nacional, una enfrente de otra, y buenas migas que hacían. Y ahora nos vienen con estas de cambiar de sede porque es una casa de muy mala fama y por eso les ponen a caer de un burro. ¡Lo qué hay que ver!

El PP tenía dos principales fuentes de financiación:

1. Los ingresos por los cargos públicos conseguidos en las diversas elecciones que, por un lado, reportan subvenciones por los escaños, concejales, sus sueldos etc., y por otro, permiten el nombramiento de personal de confianza a dedo, como asesores, lo que supone llenar el pesebre de pienso para dar de comer a la numerosa clientela que chupa de la piragua.

Como decía la canción, la fuente se ha secado, y en las últimas elecciones catalanas apenas han caído cuatro gotas en forma de parlamentarios electos. Con ese riego no puede haber una cosecha aceptable.

2. La mítica caja B. Está ya declarada probada su existencia por los tribunales y consistía en obtener suculentas mordidas a cambio de la concesión de obra pública y otras contrataciones a las empresas amigas.

Hay que suponer que esta fuente está seca del todo, porque lo contrario sería el colmo de los colmos. Si con lo que se sabe ya siguen utilizando este método, apaga y vámonos. Pero aunque quisieran seguir explotando este filón, a menos cargos públicos, menos posibilidad de trapichear, porque se toca menos poder. Así que por H o por B, tampoco esto puede ser lo que era.

En una palabra, que las arcas del PP están más secas que la mojama, y cuando esto ocurre todas las empresas se ven obligadas a vender sus activos para financiarse. Y un partido político, al menos en este aspecto, es una empresa y vende lo que tiene para no asfixiarse. Esto es ni más ni menos lo que les pasa, y el motivo por el que venden su nave insignia que vale una pastaza.

Por eso se muere uno de risa cuando quieren disfrazar su obligada decisión de signo de regeneración y ruptura con el pasado.

Aunque la mona se cambie de sede, mona se quede.

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