Faltando casi un mes para la llegada del invierno, la autovía de Navarra ya sufrió el primer corte al anunciarse nieve en cotas inferiores a 700 m y, como consecuencia de las obras en el túnel de Belabieta, que impiden el paso de las quitanieves. Esperemos que el invierno sea benigno, porque el panorama que se presenta no es muy halagüeño si se tiene en cuenta que el desvío de vehículos ligeros se hace por la estrecha carretera que discurre entre Berastegi y Tolosa, pasando por Elduain, Berrobi e Ibarra, y atravesando todos sus cascos urbanos.

La A 15 ya nació gafada y fue objeto de gran contestación popular porque su proyecto inicial discurría por el Valle del Leizaran. Aún recuerdo una marcha montañera desde Urnieta a Leitza en protesta por el trazado, y en la que en cierto collado del camino nos arengó Jonan Fernández, que entonces se oponía al trazado de la carretera por el Leizaran y ahora preside el LABI técnico, por designación a dedo del mismísimo Urkullu.

Durante las obras hubo al menos dos muertos por desprendimientos previamente denunciados en el puerto de Urto, y lo de las obras en los túneles ha sido más que frecuente. Parece que se construyeron sin respetar la normativa de seguridad europea y por eso han estado en obras sucesivamente y durante varios meses. Añadamos las potentes nevadas en el tramo Gorriti-Lekunberri, de las que ya avisaron con antelación los vecinos de la zona y que generan frecuentes problemas y hasta accidentes. Pero esto es algo que no puede sorprender si tenemos en cuenta que la variante de Lekunberri, con curvas contra peraltadas y muy peligrosa, fue construida deprisa y corriendo e inaugurada por Urralburu, condenado por cobrar comisiones ilegales por adjudicación de obra publica, porque había que acallar a «los violentos». Tenían que hacer la obra por encima de todo prescindiendo incluso de razones de idoneidad y medio ambientales. Solo importaba llenar el bolsillo y la victoria política sobre «los violentos» aun a costa de que el resultado fuera una chapuza. Y lo es.