Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

De muerte natural

¿Verdad que la noticia no nos sorprende? Es que aquí tenemos una vasta experiencia en «muertes naturales», o ahogados en un río tras ser detenidos, o suicidios en comisaria tirándose por la ventana, o desaparecidos...

Se suceden en Iran las protestas reprimidas con fuego real por la muerte de Mahsa Amini, la joven kurda de 22 años fallecida tras haber sido detenida por la llamada «Policía de la Moral» por llevar mal colocado el hiyab, lo que, según los guardianes de las buenas costumbres, hacía necesaria su detención, para reeducarle y orientarle.

Los kurdos, al igual que otros muchos pueblos minoritarios, son habitantes de una etnia maltratada, algo que llama la atención en su caso, porque son treinta millones de personas a las que se empeñan en masacrar varios países.

Lo cierto es que Mahsa fue detenida cuando iba con su hermano, que se quedó esperando ante la comisaría a que fuera liberada, con el resultado de que al cabo de dos horas descubrió que había sido trasladada a un hospital, muriendo después. Varios testigos declararon que había sido maltratada y golpeada, pero la Policía y las autoridades mantienen que se trata de una muerte natural, que la Policía lleva a cabo una gran labor social y que no hubo por su parte negligencia ni siquiera un desliz, tratándose únicamente de un incidente desafortunado.

¿Verdad que la noticia no nos sorprende? Es que aquí tenemos una vasta experiencia en «muertes naturales», o ahogados en un río tras ser detenidos, o suicidios en comisaria tirándose por la ventana, o desaparecidos... o cualquier otro tipo de patrañas para ocultar la lacra de la tortura o de la guerra sucia en sus diversas vertientes. Cuando alguien ha osado tratar de esclarecer la verdad, la respuesta oficial siempre ha sido la misma: negar la mayor. Todas las acusaciones son falsas y fruto de que los detenidos tienen un manual de su organización que les obliga a denunciar falsas torturas para desprestigiar a la policía; protección a los torturadores defendiéndoles ante los tribunales e indultos si son condenados y, por supuesto, ascensos bien remunerados en el escalafón. Para cerrar el círculo una nueva ley de secretos oficiales que permitirá clasificar estas informaciones durante 50 años prorrogables por 15 más. Ante todo, transparencia.

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