Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

La España condenada

La última sentencia del 18 de enero, en el caso Atristain contra España, ha tenido el efecto de la sal en la herida por su alcance e importancia y se le ha aplicado la sordina.

Cada vez se habla más la España Vaciada. El éxodo masivo del campo hacia las grandes urbes está produciendo un fenómeno que se acelera geométricamente: vacía los pueblos de las zonas rurales con las consiguientes secuelas de desatención, falta de servicios esenciales como la sanidad, la enseñanza o incluso comercios de alimentación, oficinas bancarias, etc. Nadie se preocupa de ellos. Así que una de las consecuencias que se está produciendo es la aparición de plataformas políticas más o menos transversales, con la finalidad de intervenir en política, y tratar de frenar el abandono institucional en que se encuentran esos territorios. Al principio eran «rara avis», pero al haber conseguido algunos cargos de representación, el fenómeno se va extendiendo y se dice que sus representantes pueden resultar decisivos a la hora de conformar gobiernos, así que todos los medios especulan sobre la influencia que en la gobernabilidad pueden tener las plataformas surgidas en el corazón de esa España Vaciada.

En cambio hablan mucho menos de la España Condenada. Y hay que hacerlo. No es la primera vez que el Tribunal Europeo condena a España por vulnerar derechos fundamentales, pero parece que la última sentencia del 18 de enero, en el caso Atristain contra España, ha tenido el efecto de la sal en la herida por su alcance e importancia y se le ha aplicado la sordina o se ha recalcado que el Estado condenado tendrá que pagar 20.000 euros a un etarra, para generar la indignación entre los lectores fachas.

Pertenezco a aquellas generaciones de los que, influenciados por el Proceso de Burgos, decidimos enfocar nuestra profesión a la defensa de los trabajadores y de aquellos jóvenes que se jugaban literalmente la vida y desafiaban a los tribunales militares o al TOP. Cuando se produce la libertad de uno de ellos, empeño harto difícil, siempre es una gran alegría y, si, como ahora, se trata de un amigo, sientes un subidón de adrenalina y a Xabi pronto tendrán que soltarle, porque, como tantos otros presos políticos vascos, no tuvo un juicio justo.

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