Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

Los primeros cien días

Hay cuestiones importantes, de fondo que están estancadas, tales como los permisos de salida o los terceros grados, estando incluso atascados algunos ya concedidos con anterioridad por Madrid.

Cien días suele ser el plazo de gracia que, en virtud de una norma no escrita, se concede a quienes acceden al Gobierno o a la gestión de algún ministerio o departamento. A partir de ahí empieza a analizarse el balance de la nueva gestión. Esos cien días ya se han superado desde que el 1 de octubre se produjo el traspaso de la política penitenciaria al Gobierno de Gasteiz, así que habrá que ir analizando los resultados de la gestión de esa nueva competencia transferida tras más de cuarenta años de vigencia del Estatuto de Autonomía de Euskadi.

En estos cien días se han ido produciendo declaraciones sobre la política que se pretende llevar a cabo, que, sobre el papel, parecen acertadas, como la igualdad de criterios de tratamiento de los presos sea cual sea el delito por el que están condenados, la voluntad de favorecer que el cumplimiento de las penas sea en régimen de semilibertad o que a día de hoy el mantenimiento de la legislación de excepción carece de sentido. Suele decirse que el papel lo aguanta todo, pero luego hay que ver lo que pasa en la cruda realidad. La consejera del ramo hizo balance de gestión señalando, entre otras cosas, que han cambiado de colchones, algo inaplazable a la vista de el estado en que se encontraban los anteriores, pero, hay cuestiones importantes, de fondo, que, de momento al menos, están estancadas, tales como los permisos de salida o los terceros grados, estando incluso atascados algunos ya concedidos con anterioridad por Madrid y que no se aplican por misteriosos problemas de notificación. Esta semana GARA daba cuenta de que en el colectivo de presos políticos vascos el número de reclusos en tercer grado es del 5,5% frente al 18% entre los comunes, y, además el fiscal los recurre ante la Audiencia Nacional que sigue teniendo la última palabra en estos casos, por lo que la transferencia no es plena. Añadamos a todo esto la triquiñuela de bloquear los permisos de salida y luego denegar el tercer grado por no haber salido de permiso y veremos la desesperante lentitud de este proceso. ¿Hasta cuándo?

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