Cuando todos los gobiernos repiten sin cesar que la banca esta saneada, que está sometida a severos controles, que no hay de qué preocuparse… es para echarse a temblar. Antes, cada vez que bajaba la bolsa, pensaba que era algo ajeno a mí, y he de confesar que hasta solía pensar: ¡Que se jodan!
Pero visto lo visto, he llegado a la desgraciada conclusión de que de ajeno nada, y que, al final, la debacle, como siempre, la acabaremos pagando nosotros, los de a pie, bien en forma de rescate, de corralito, o de cualquier otro tocomocho que se inventen para endosarnos a nosotros, al populacho, la enésima bancarrota consecuencia de su insaciable sed de ser cada vez más ricos jugando a cobrar por prestar el dinero de los demás. Alí Babá y los suyos, al lado de estos, eran un grupo de aprendices. Y encima lo de los banqueros es legal.
Y es que ahora ha caído uno de los grandes de la banca suiza, que históricamente, y al amparo del sacrosanto secreto bancario, fue refugio de los dineros de gran cantidad de delincuentes de cuello blanco que ponían a buen recaudo sus inmensas fortunas amasadas por métodos turbios, haciéndolas así opacas ante los sistemas tributarios de sus respectivos países. Negro sobre blanco. Pero no es solo la banca suiza, sino que en los EEUU, han caído, de momento, otro par de bancos, que han sido adquiridos por otros mayores y en comandita mediante el sistema ya aplicado por estos lares en la compra del Banco Popular por el Santander por un euro. ¡Qué Botín!
Y cuando estas cosas van pasando, enseguida empezarán a intentar convencernos de ese sacrosanto principio no escrito de que no se puede dejar caer a los bancos, porque entonces se va al carajo todo el montaje y es mucho peor. Así que nos harán pagar a escote las tropelías de estos mangantes, pero por nuestro bien. Y ante semejante situación es lógico y lícito preguntarse: ¿esto es un saqueo? Y la respuesta ya la dio Rodrigo Rato, el genio del PP, responsable del milagro económico español, en comparecencia en el Congreso antes de su ingreso en prisión: «Es el mercado, amigo».
Otra bancarrota
Nos harán pagar a escote las tropelías de estos mangantes, pero por nuestro bien. Y ante semejante situación es lógico y lícito preguntarse: ¿esto es un saqueo?