Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

Agosto, la resaca antes de la zozobra

En este agosto del veintidós pareciera que, como en los locos años 20 del siglo pasado, los deseos de fiesta y diversión quieren acallar la zozobra sistémica del mañana.

Agosto lo que tiene de bueno es que la resaca de las fiestas es una resaca tranquila y, si el termómetro sobrepasa los treinta grados, incluso silenciosa, con ese silencio del pueblo blanco al que Serrat dedicó una canción cuando para él eran otros tiempos. Al menos en Gasteiz, después de La Blanca, se vive a ritmo lento, sin los agobios de las horas punta y con tiempo disponible para retomar en la terraza del único bar que no ha cerrado las conversaciones y los cafés que, desde hace meses, esperan la cita de un día y de una hora. Es como vivir en un «impasse» de sosiego antes de que llegue setiembre y con él la realidad que, sin duda, nos traerá la desazón emocional de cómo será la vida con las restricciones energéticas, la posible falta de agua, la recesión económica y la inflación disparada de los precios que ya hacen insuficiente la subida de salarios y pensiones, todo ello como consecuencia de una guerra, la de Ucrania, en la que su presidente, acompañado de la OTAN, ha puesto en el filo de la navaja la posibilidad de una guerra nuclear. En este agosto del veintidós pareciera que, como en los locos años 20 del siglo pasado, los deseos de fiesta y diversión quieren acallar la zozobra sistémica del mañana y adormecerla con una resaca tranquila que como mucho durará hasta setiembre.

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