Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

Barandiaran y yo

Hace años entrevisté en su casa de Ataun al padre Joxe Migel de Barandiaran. Él estaba a punto cumplir los cien años y yo, más joven que ahora, trabajaba entonces en la radio, en un programa donde siempre existió un espacio para hablar de Euskal Herria. «En nuestro pueblo –me dijo– hay cosas que solo tienen sentido en euskara». Entendí que tenía razón y durante el camino de vuelta pensé que aquella entrevista, realizada en castellano, nunca estaría completa para mí. Sentí la triste contradicción de querer mucho a mi pueblo y no poder expresarlo con las palabras que en euskara lo dirían todo. El tiempo ha pasado rápido y desde entonces Euskal Herria y yo hemos caminado juntas sin preguntar el porqué, compartiendo sueños y vida como si solo existiera un mismo porvenir. A partir de aquel encuentro con Barandiaran, siempre he deseado tener un argumento razonable para explicar en euskara ese porqué. Pero el sentimiento y la emoción de crecer y vivir rara vez tienen espacio en la dialéctica. Porque… ¿cómo contar que Euskal Herria es mi sitio en el mundo? El mar, el río y el barrio que conozco, las ideas que, de repente, me hicieron mayor, la felicidad, la libertad o la muerte que amarran los recuerdos... el lugar que amo, tanto como a la clase a la que pertenezco o al tiempo que me toca vivir.

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