Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

Colombia

Mientras venía a casa pensé en la fragilidad y en la falsa importancia que damos a la paz. Una palabra con un concepto más deseado que efectivo

El jueves acudí a una manifestación en apoyo al pueblo colombiano y, también, para denunciar la terrible represión de su gobierno contra las movilizaciones sociales que están teniendo lugar en las calles de Colombia. Mientras venía a casa pensé en la fragilidad y en la falsa importancia que damos a la paz. Una palabra con un concepto más deseado que efectivo y que, además, suele tener más oscuros que claros. En un lenguaje cinematográfico neorrealista, se diría que tiene más fuerza el negro que la luz del blanco. La paz que impuso Franco solo se puede contar desde la negrura de la opresión. Y cuando se apela a la llamada «paz social» lo que de verdad se quiere es que la clase trabajadora se adapte o se calle ante las sombrías imposiciones del empresariado. «Cuando los de arriba hablan de paz, el pueblo llano sabe que habrá guerra». Lo escribió Bertolt Brecht en un poema, en tiempos del nazismo.

En el invierno de 2016, los Acuerdos de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC fue noticia de primer orden. Hoy, cuando el presidente Iván Duque dispara contra el pueblo, aparece el lado más tenebroso de la paz y la comunidad internacional se pone de lado. Al terminar la manifestación una mujer, Nubia Pereira, recitó un sentido poema sobre el dolor de su pueblo, recordé los versos de Brecht y pensé que la paz, tal vez, solo sea una quimera política.

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