Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

La cara B del Proceso de Burgos

Tal vez sea una locura, pero pienso que los poetas están en todas las partes, como si fueran la cara B de la vida.

El 3 de diciembre se cumplirán 50 años del Proceso de Burgos, un capitulo ineludible en la historia de Euskal Herria. Durante estas semanas, además de presupuestos, se hablará  mucho de Burgos y de lo que allí ocurrió. Se escribirá desde el testimonio y el recuerdo; se abundará en el análisis histórico y en la coyuntura política y se reafirmará la memoria y el relato desde el respeto hacia 16 militantes que ante un sumarísimo Consejo de Guerra, en la Capitanía General de Burgos y en pleno franquismo, representaron y legitimaron la lucha del pueblo vasco por su libertad y su independencia. El 20 de diciembre de 1970, el periódico francés Le Nouvel Observateur lo enlazaba con la resistencia vasca en la Guerra del 36 en un titular que decía: «Trente ans après Guernica, les seize martyrs de Burgos font chanceler la dictadure» (30 años después de Gernika, los martires de Burgos hacen tambalear la dictadura). Y es cierto. La solidaridad internacional, liderada por la gran manifestación de París, fue una denuncia y un plante político al régimen franquista que aun tenía (y tendría durante cinco años más) soberbia suficiente para decretar penas de muerte y ejecutarlas. Hasta aquí he contado, de forma rápida, informaciones que todo el mundo conoce y que yo incluí en algunos reportajes que escribí en 1995, al cumplirse los 25 años del Proceso.

Estas semanas, con las restricciones que nos impone esta maldita pandemia, he tenido tiempo para ordenar libros, papeles, periódicos y artículos que conservó no sé por qué y que, durante mi detención en el 2009, la policía dejó patas arriba y mi familia recogió y guardó en cajas de cartón. En ese material, acumulado durante años de trabajo periodístico, encontré algo especial que quiero compartir con ustedes. Me refiero a las poesías que Gregorio López Irasuegi, militante de ETA condenado a treinta años de cárcel en el Proceso de Burgos, escribió entre 1969 y 1988, año en que murió con tan solo 42 años. Los poemas, escritos a máquina y recopilados en una especie de cuaderno de tapas negras, hablan con fuerza y hasta con cierta tragedia de lo que sintió, de la cárcel, de sus dolores y tristezas y de las mujeres con las que compartió su vida o simplemente pasaron por ella.  

Quizás no sea muy ortodoxo hablar de poesía cuando se reivindica la importancia histórica de un hecho como fue el Proceso de Burgos. Tal vez sea una locura, pero pienso que los poetas están en todas las partes, como si fueran la cara B de la vida. Al fin y al cabo escribir versos es como llorar y reír sin que nadie se dé cuenta.

«…Te lo digo
desde un suelo de piedras y sin hierba,
desde una inclemente alambrada de barrotes:
como el árbol necesita de la tierra,
así te necesito, compañera». (Prisión de Ocaña. Agosto 1969)
 
«…Yo ya llevo la muerte
colgada de los hombros
y se me va a caer al suelo
muy pronto.
Vosotras,
pisadla. (Despedida, escrita en diciembre de 1986 en el Hospital de San Sebastian)

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