Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

…o mejor, dios te reviente

Haritz, en las redes sociales, preguntaba a los torturadores qué sentían al abrazar a sus hijos después de una sesión de tortura

A Mikel Zabalza le torturaron hasta matarle. A Lasa y Zabala les secuestraron, les hicieron cavar su propia tumba y les pegaron un tiro, allí mismo, en el borde del abismo de lo que sería su muerte. No hablamos de las barbaridades de la Gestapo, Videla o Pinochet, ni de las que todavía se cometen en países olvidados que sufren la estrategia capitalista del saqueo. Hablamos del Estado español, de las atrocidades cometidas por la Guardia Civil con el beneplácito de sus gobernantes y en una época donde se aplaudía a la democracia y al PSOE.

El audio en que García Nieto explica a Perote, ambos agentes del Cesid, cómo habían torturado y asesinado a los tres militantes abertzales, es aterrador. Haritz, en las redes sociales, preguntaba a los torturadores qué sentían al abrazar a sus hijos después de una sesión de tortura. «Espero –les decía– que intentando ocultar tus miserias no puedas levantarles la mirada». Pero si pueden Haritz. Mira, por aquel tiempo, Perote debía de vivir en Gasteiz y solía ir a una piscina muy conocida en la ciudad. Allí, tomaba el sol, nadaba, comía, reía y bebía como si el mundo fuera suyo. Se comportaba como un provocador de la arrogancia vital, solo que no sabía que estaba muerto.

«Mírate así/ aunque nadie te mate sos cadáver/ aunque nadie te pudra estás podrido/ dios te ampare o mejor… dios te reviente». (Torturador. Benedetti 1973)

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