Amparo Lasheras
Amparo Lasheras
Periodista

«Te sigo, pobreza, te vigilo, te disparo»

La pobreza, como realidad social, fue una molestia política que no encajaba muy bien con la idea de progreso. En los discursos se le sustituyó por la palabra desigualdad

Cuando se habla de desigualdad social, en realidad, estamos pensando en la pobreza. Durante la época de bienestar social de los gobiernos socialdemócratas, la pobreza, como realidad social, fue una molestia política que no encajaba muy bien con la idea de progreso. En los discursos se le sustituyó por la palabra desigualdad y, así, se invisibilizó la existencia de una clase trabajadora pobre que creció todavía más tras los mandatos de Thatcher y Reagan. El cineasta Ken Loach se refirió a ello en el documental "El Espiritu del 45", y Krugman, Premio Nobel de Economía, habló sin eufemismos del proceso de «enriquecimiento gradual de los más ricos y el empobrecimiento de todos los demás».

Con esa realidad metida en nuestras vidas es imposible andar con subterfugios y no afirmar que en el «oasis» vasco la pobreza existe, aumenta cada año y afecta al 6,1% de la población y a un 9% en riesgo de exclusión severa. Si a estos datos añadimos las 4.456 personas sin hogar, los más de 300 desahucios y las 70.000 familias con pobreza energética, la sociedad que se refleja es una injusticia permanente. Hoy, en las calles, se escuchará una exigencia: ¡STOP a la pobreza!… que yo voy a completar con unos versos de Neruda que como buen comunista escribió, «te sigo, pobreza, te vigilo, te disparo».

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