Anda el río político muy revuelto. La polarización extrema que se vive en Madrid, nos guste o no, marca también el pulso en Euskal Herria. Y lo hace para todos. El claro posicionamiento de las máximas instancias judiciales españolas ha encendido las últimas alarmas que quedaban por activar y apenas restan diques para detener la negra marea que desatase una frase que pasará a la historia: «El que pueda hacer, que haga», concebida en la misma oscura caverna que aquella otra de infausto recuerdo para el periodismo vasco: «¿Alguien pensaba que no nos íbamos a atrever?».El escenario es mucho más que preocupante y amenaza con retorcer el paisaje político en todas sus esferas, tanto ideológicas como territoriales. Junts ya ha decidido romper con Sánchez en un intento por frenar el ascenso de Aliança Catalana, a la que las encuentras sitúan como tercera fuerza en Catalunya. Y lo hace, precisamente, llenando sus cestas en los barriles de voto en los que tradicionalmente ha pescado con facilidad el partido de Puigdemont. En Hego Euskal Herria, al PNV cada vez se le nota una mayor ansiedad por encontrar la manera de recolocarse ante la complicada deriva del Gobierno estatal. Pero, aunque ideológicamente las similitudes son evidentes, la diferencia con Junts lo es aún más: mientras los conservadores catalanes son oposición en el Parlament, el PNV gobierna en la CAV con el PSE. Eso complica sus posibilidades de maniobrar. El tradicional posibilismo de los jeltzales se verá obligado a transitar por una vía muy estrecha y optar por mantener el Gobierno en Lakua con el apoyo del PSE o dirigir su mirada a Madrid, como ya lo hiciera antes con Aznar o Rajoy. En el primero de los supuestos, dependerá del desgaste electoral que abone el PSE, y en el segundo, de las alianzas del PP con Vox. Pero lo que en realidad angustia en Sabin Etxea es la certeza de que la sociedad vasca apuesta por un verdadero y profundo cambio, que blindará a este país frente a los embates fascistas y asegurará un futuro independiente cimentado en opciones progresistas.