Hoy es Lunes de Pascua. La comunidad cristiana celebra la alegría pascual, la que emana de la resurrección de Jesús, de su triunfo sobre la muerte y de la apertura de las puertas del cielo. Comienza el Tiempo Pascual, un periodo de cincuenta días en los que la Iglesia festeja la salvación del mundo, y durante los cuales permanece encendido sin interrupción el Cirio Pascual, cuya luz es símbolo de la victoria sobre la oscuridad de la muerte y que solo se apagará con la llegada del Espíritu Santo, el Domingo de Pentecostés. Muy buena mierda.Los judíos, como ya sabrán, pasan de puntillas sobre toda esta liturgia y se centran en la suya propia. Ayer cerraron la celebración del Pésaj, que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud y su transformación en nación libre. Y hoy da comienzo la Cuenta del Omer, un periodo de 49 días que simboliza el proceso de elevación espiritual del pueblo judío tras la salida de Egipto hasta la sagrada entrega de la Torá en el monte Sinaí. Ya saben, aquello de Moisés y los diez mandamientos. Los musulmanes, por su parte, han dejado atrás los severos ayunos del Ramadán, que terminó con el último ocaso de marzo y la fiesta del Eid al-Fitr, y que dio comienzo a los setenta días de espera hasta el Eid al-Adha, que conmemora la infinita devoción de Ibrahim, dispuesto a sacrificar a su hijo en obediencia a Alá, pero que fue finalmente reemplazado por un carnero. La comunidad ovina no celebra nada de esto. Y mientras los cristianos festejan los cincuenta días de Pascua, los judíos cuentan sus siete semanas del Omer y los musulmanes esperan el Eid al-Fitr, el mundo vive pendiente de los tres meses decretados por un bufón con ínfulas de redentor que pretende gobernar el universo desde el hoyo nueve de Mar-a-Lago. El cirio arancelario está montado y solo nos queda confiar en Harvard y su selecto sanedrín woke. En resumen, que se acabó lo bueno y empieza lo mejor. Mañana martes, a funcionar. Pero no se agobien demasiado, porque tenemos encima el 1 de mayo y su bonito puente. Pronto San Juan, luego San Fermín... Tempus fugit.