Anjel Ordóñez
Anjel Ordóñez
Periodista

Horror

Se cumplen treinta años. El 1 de julio de 1994, Yaser Arafat pisaba de nuevo el suelo de la Ciudad de Gaza tras 27 años de exilio. Lo hacía como consecuencia del reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina, de la cual se convertiría en presidente solo unos días más tarde. Se culminaba de esta manera el proceso iniciado en 1993 con los Acuerdos de Oslo y definido más tarde en el Acuerdo Gaza-Jericó, firmado el 4 de mayo de 1994 por el líder palestino y el entonces primer ministro israelí Isaac Rabin.

Según se cuenta, Arafat cruzó la frontera de Rafah en un Mercedes negro y entró en Gaza escoltado por jinetes. Se dirigió al campo de refugiados de Jabalia, creado en 1948 para acoger a los expulsados con la creación del Estado de Israel, para defender allí su acuerdo con Rabin. La elección de este enclave no fue por casualidad. En Jabalia comenzó en diciembre de 1987 la primera intifada, también conocida como la «revuelta de las piedras», un movimiento popular contra la ocupación militar israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza, que dejó tras de sí más de 1.374 palestinos muertos a manos del ejército sionista.

Han pasado tres décadas. La semana pasada, de nuevo, un ataque israelí con bombas causó la muerte de ocho personas en Jabalia. Con ellos, son ya más de 37.700 los palestinos asesinados en el curso de la ofensiva judía sobre Gaza. El número de heridos casi triplicla esa cifra y hay al menos diez millares de desaparecidos. La historia de Palestina es la historia de la sinrazón, de la injusticia, de la violación del derecho internacional y de la vulneración sistemática de los derechos humanos. En suma, es la historia del horror más extremo. Con el pretexto de la efemérides, esta columna ofrece apenas unas pinceladas de esta incomprensible e intolerable realidad, una pequeña contribución para evitar que la sociedad termine por acostumbrarse al genocidio.

Termino con una cita: «El valor no está en ganar todas las batallas, sino en no rendirse nunca» (Oskar Schindler).

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