Dedicaba mi anterior columna al lenguaje, y sigo hoy el hilo. Hace más de 75 años, George Orwell desarrolló con detalle el concepto de neolengua como eje nuclear del argumento de su novela «1984». La obra maestra del escritor, novelista, ensayista y periodista británico describe una sociedad ficticia dirigida por un gobierno totalitario, caracterizado por la vigilancia y control extremos de la ciudadanía, por la manipulación y distorsión de la realidad, y por una brutal represión que castiga no solo a aquellos que cuestionan el sistema, sino a quienes, simplemente, se atreven a pensar.La neolengua nace, siempre en el contexto de la novela, como instrumento esencial del Gran Hermano, líder del Partido, para limitar y controlar el pensamiento de la población. Su principal cometido es reducir el lenguaje a la mínima expresión, tanto en sus estructuras gramaticales como semánticas, partiendo de un lema: si algo no puede decirse, tampoco puede pensarse. El vocabulario se depura drásticamente, se eliminan las palabras peligrosas, mientras se crean otras nuevas que refuerzan el dogma del Partido.2025. Todo comenzó con un estilo efectista, mediático: mensajes cortos, directos, repetitivos, fácilmente memorizables. Un mantra: Make America Great Again. Un objetivo: el poder. Y, ya desde el despacho oval, un paso más allá. Se han borrado del discurso oficial términos incómodos como «cambio climático», se han creado otros como «woke» o «deep state» para referirse de forma peyorativa al ideario progresista. Se ha reducido el debate público a la mínima expresión: el eslogan como trampa mortal para el pensamiento, la adhesión emocional como arma letal contra cualquier atisbo de reflexión racional.En EEUU, son malos tiempos para el pensamiento crítico y la disidencia, para la libertad intelectual y política, para la diversidad, para la ciencia misma. En EEUU está en el punto de mira cualquier foco de libertad: universidades, medios, jueces, artistas, intelectuales... En EEUU, hay auténtico miedo a hablar, si no es en la neolengua del dictado trumpista.