Arturo Puente
Arturo Puente

Cómo pagar las pensiones

La hucha de las pensiones está más amenazada por la caída del nivel de vida de los trabajadores, y con ello de las cotizaciones, que por la entrada de nuevos jubilados.

Hay una idea muy extendida que vincula la sostenibilidad de las pensiones a la pirámide demográfica y el hecho de que cada vez haya más gente jubilada y menos en edad de trabajar. Este es un fenómeno que en efecto ocurre, aunque quizás no tanto como se cree. El año pasado en España el 19,4% de la población tenía más de 65 años, una cifra que en 2003 era del 17%. Y eso empeorará cuando llegue el momento de retirarse a la generación nacida en los 70.

Pero este no es ni mucho menos el único dato para evaluar si las pensiones son sostenibles. El posible envejecimiento de la sociedad es un factor que ya se tenía en cuenta cuando se pusieron en marcha los sistemas de cobertura en toda Europa. En teoría la clave estaba en que, aunque hubiera periodos en los que el crecimiento poblacional fuera negativo, la buena marcha económica y, con ella, la subida de los salarios de los hijos y nietos podría ser capaz de sostener a los abuelos. Al menos temporalmente.

El problema es que no ha pasado eso sino lo contrario. Entre los años 80 y la actualidad el peso de las rentas del trabajo ha caído más de quince puntos, hasta ser hoy poco más de la mitad de las ganancias totales que reparte nuestro sistema productivo. A cambio, lo que ha crecido son los beneficios empresariales y rentas por inversiones. La hucha de las pensiones está más amenazada por la caída del nivel de vida de los trabajadores, y con ello de las cotizaciones, que por la entrada de nuevos jubilados. Simplificando, hacen falta muchos nietos precarios para pagar una pensión digna del abuelo. Y no tenemos tantos nietos.

La revolución silenciosa que ha producido la financiarización de la economía en el último medio siglo es un factor crucial que puede hacer que las cotizaciones no lleguen para sostener las pensiones a medio plazo. Ante eso solo hay dos remedios. O bien aumentamos sueldos como nunca, algo muy improbable, o bien comenzamos a pagar la hucha no solo con las cotizaciones de los trabajadores sino también con nuevos impuestos sobre el capital y los beneficios empresariales. Todo lo demás, me temo, son parches.

Bilatu