El procés acabó como acaban la mayoría de las batallas políticas. Ha habido ganadores y ha habido perdedores y cada cual saborea ahora las consecuencias, dulces o amargas, de sus logros o fracasos. Y también ha habido, como postre, un pulso entre relatos. La idea inicial con la que se concibió en Catalunya el procés, allá por los inicios de la década pasada, es que la apuesta independentista era un intento de resolver los problemas de Catalunya, o al menos una consecuencia de estos. Pero el relato que acabó ganando fue que era el procés la principal fuente de problemas de Catalunya.Salvador Illa conquistó la Generalitat después de lograr imponer el marco de que lo que le convenía a Catalunya, e incluso a cualquier aspiración catalanista, era pasar página del procés. Los primeros en comprarlo fueron las élites empresariales, que consideraban que si la economía catalana había perdido comba era porque había renunciado a influir en la gobernanza del Estado. La promesa era que una Catalunya que volviese a involucrarse en los asuntos de Madrid recibiría su premio. El problema de los relatos, sobre todo de los que triunfan, es que después deben ser confrontados con la realidad. En Catalunya no hay procés, pero es difícil de encontrar ni un solo problema que existiese hace una década que no se haya agravado en los últimos años. Especialmente para una élite económica que esperaba tener el papel hegemónico de la burguesía industrial a finales del siglo XIX y ha acabado teniendo que rogar que el Gobierno haga algo para que el BBVA no se coma a su banco local, el Sabadell. Mención aparte merece el catalán, que vive una minorización acelerada. Según el relato imperante, la culpa la tiene la politización de la lengua, que ha hecho que una parte de la población catalana la sienta ajena. Pero este problema se supone que ya no existiría con un nuevo Govern del PSC, dispuesto a dar otro enfoque al uso del catalán. ¿Sirve esto para evitar sentencias lingüicidas del Constitucional? Por el momento no ha ocurrido, veremos qué pasa en próximas decisiones.